NACIMIENTO CASTELLÓN, 29 DE DICIEMBRE DE 1922

PADRES MAXIMIANO ALLOZA VIDAL E ISABEL SANZ BLANCO

HERMANOS ISABEL, PEPITA, ENRIQUE, EMILIO, ROSARIO Y MAXIMIANO

NOVELAS PUBLICADAS ´ENCONTRÉ MIS BLASONES´, ´MÁS ALLÁ DE LAS NUBES´ Y ´LA GRAN ESMERALDA´

Un día le pregunté a Cristina Alloza si no le pesaba en su deambular por la vida, la carga de la soledad. Y sin que sus ojuelos vivarachos perdieran la sonrisa, me informó de que en la soledad es donde se oyen mejor los sonidos interiores, las voces íntimas, tan bellas.

Fue en vísperas de aquella noche de 1969, en el magdalenero Hostal de la Llum, donde le dimos a Cristina un protagonismo especial casi sin quererlo. La Junta había creado unos Trofeos Magdalena para premiar a compositores, creadores y cantantes. Era la noche que llamábamos de la gala. Casi como debutante, cantaba en la pista Conchita Márquez Piquer y con ella, para arroparla, además del maestro Solano, vino también su madre, la inmensa Concha Piquer. Me dice ahora Cristina que yo me pasé la noche pendiente de doña Concha, agasajando a quien tanto había significado en el panorama artístico de España en el mundo. Pero yo recuerdo a Cristina, sentada cerca de quien presidía el acto, la Reina de las Fiestas, por iniciativa de su tío Manolo Sanz, y allí estaban Conchitín Gironés, Maruja Suárez y Luisita Sanz con Cristina.

Fueron pasando por la pista para recoger su trofeo de manos de la Reina, Peret, Julio Iglesias y cuando se supo que quien debía retirar el siguiente trofeo no pudo llegar a Castellón por fuerza mayor, invitamos a Cristina a subir para recogerlo. Yo recuerdo que tenía su carita como de embeleso, élla me insiste en que su cara reflejaba una cierta ausencia, tal vez la soledad. Hasta que una chispa encendió el fuego. Con la compañía de Peret en la mesa se abrió el jolgorio. Y Julio Iglesias les habló de amores y besó en cada mejilla a Cristina, cuyos mofletes se encendieron de grana para toda la noche, en la que dejó de pensar en la soledad de la que hablábamos.

La vida

El día 29 de diciembre de 1922 nació Cristina, hija del ilustre médico y escritor Maximiano Alloza y de Isabel Sanz Blanco, hija del Registrador de la Propiedad de Castellón, Toribio Sanz. El matrimonio ya había tenido dos parejitas cuando nació Cristina, las niñas Isabel y Pepita y los chicos Enrique y Emilio. Después nacerían Rosario y Maximiano, aunque estos fallecieron muy pronto. La mayor, Isabel, es la única que con el tiempo contraería matrimonio. Fue con el Fiscal Luis Sales, cuyos tres hijos, Luis, Manolo y José María, al igual que los hijos del mayor, Carlos y Laura constituyen toda la familia en la que tantos años encuentra Cristina compañía y un cierto amparo, ya que se viene produciendo una alternancia familiar entre los sobrinos para vivir con ella en su hermoso piso de la calle Mayor, frente a aquella antigua casona de los Alloza ya absorbida por la creación de la plaza de Cardona Vives.

Cristina gusta de recordar que su hermana Isabel, a los seis años y medio, fue madrina suya de bautizo. Y que su vocación de escritora comenzó de modo natural porque su padre y su madre también escribían, pero lo cierto es que en el colegio de la Consolación hubo una monja que les puso como deber la escritura de una carta a una compañera imaginaria a la que se le pedía prestado un bastidor para bordar. Tenía Cristina once años y su carta, tan hermosa y bien escrita, recorrió todo el colegio entre la admiración general y aquéllo le hizo pensar en ser escritora. En la posguerra ya le enviaba a Jaime Nos artículos por Magdalena, que el director los publicaba en Mediterráneo.

Don Maximiano, que falleció en 1945, había sido el creador del colectivo Nostra Terra, a modo de sociedad instructiva regionalista, desde su declarado valencianismo casi apostólico, seguidor de Teodoro Llorente. Fue un poeta más que notable y es ahora, en esta primavera del 2006, cuando desde Cataluña reclaman los originales de su obra para incluirla en antologías de poetas catalanes, qué cosas.

Novelista

Lo cierto es que Cristina, que también había pasado por la entonces muy popular academia Coloma para el bachillerato, empezó desde entonces a escribir de un modo continuado, especialmente novela. La editorial Pueyo, de Madrid, le publicó en 1949 la obra Encontré mis blasones y en 1951 Más allá de las nubes, que la productora Cifesa quiso llevar al cine, pero no hubo acuerdo en tema de cortes y adaptaciones. Cristina ya era una novelista en los listados profesionales del país, aunque en Castellón ingresó como funcionaria --secretaria muy eficaz--, primero en la delegación de la Fiscalía de Tasas, durante seis años, después en la Hermandad de Labradores, ya como ayudante del gran abogado castellonense Alfonso Gil Matíes y, finalmente, en la delegación del Ministerio de Agricultura, como funcionaria del Estado hasta los 65 años, en que se jubiló aunque conserve al paso de los años el afecto, correspondido, de sus compañeros.

Y nunca dejó de escribir. Desde los años 60 en la revista Festividades y otras publicaciones magdaleneras, que siguen pidiendo cada año su colaboración. En 1969, entre la librería Armengot y la Junta Central de Festejos, editamos La gran esmeralda, con portada y dibujos interiores de Juan Soler Blasco. El ilustre intelectual don Carlos G. Espresati habló durante su presentación de una "honda raigambre magdalenera" y de "fantasía del misterio policíaco". Quizás lo puedan comprobar de nuevo los lectores en la inmediata Fira del Llibre de Castelló.