España no cuida a sus científicos. Con esta frase arrancaba ayer el primer examen, el de Castellano, de las últimas pruebas de selectividad en la UJI, que este año ha batido su récord de alumnos, 2.258 en total. Al artículo, de abril de este año, y que habla de la precariedad y austeridad de la ciencia en España y la fuga de cerebros, se le suma la exposición de la poesía de Miguel Hernández o el esperpento y su reflejo en Luces de bohemia, de Valle Inclán, uno de los clásicos de la prueba. La desamortización de Mendizábal o la crisis de 1917 protagonizaron el examen de Historia de España.

Nervios a flor de piel, mochilas en una esquina, las etiquetas individuales preparadas y, sobre la mesa, apenas dos bolígrafos y las hojas del examen, que llegan a cada una de las 30 aulas que conforman los seis tribunales en la facultad de Jurídicas de la UJI selladas y en un sobre minutos antes de arrancar. Silencio sepulcral en la sala, con el tic tac del reloj que marca los 90 minutos del examen. Los smartwatch, completamente prohibidos.

Sixte Safont, coordinador de las pruebas de acceso a la universidad (PAU), habla de “normalidad”. “Las pruebas han empezado puntuales, con más alumnos que nunca, 2.000 para la fase general, y 258 en la específica, unos 140 de ciclos formativos, una cifra que, desde que creció hace ya unos cuatro años, es estable”. En el aula de incidencias, 42 estudiantes.

A POR NOTA // Todos van a por nota, aunque la gran mayoría no tiene clara la carrera. El de Castellano es un examen que no deja indiferente. “O te va bien o muy mal”, señala Carlos Esteban. Y todos tienen plan A, plan B o hasta 14 opciones, como Iris Lafita, de Castellón, que las tiene ordenadas por prioridad y nota prevista de corte. Paula Arnal, de Burriana, tiene claro que “será un grado de economía; Negocios Internacionales en Valencia o Economía en la UJI”; lo mismo que David Doménech, del mismo centro, que aboga por “ADE, Economía o Finanzas y Contabilidad”. Hamza, de Castellón, opta por “Traducción e Interpretación o Estudios Ingleses, a lo que llegue”.

A áreas muy diferenciadas viajan las esperanzas de Mª Ángeles Chinchilla, que busca “Magisterio Infantil, si no, a Criminología”; o Andrea Benedito, que opta a “Derecho o Enfermería”.

Otros, los menos, no dudan, y van “a por ello”. Como Ana Serrano, de la Vall, cuya vocación es “el Turismo; entro seguro”. O Miguel Calatayud, que quiere ser maestro. “Tengo clarísimo que quiero estudiar Magisterio. No hay plan B”, apostilla. Y, entre los encuestados a pie de examen, Pasqual Llopis, que quiere estudiar trompeta. “He hecho las PAU por si acaso”, comenta. Por delante, otras ocho pruebas hasta el jueves. Las notas, el día 17. H