Si tiene más de 50 años seguramente todavía se acordará de cuándo en Castelló aparecieron los primeros carteles de Sírvase usted mismo. Fue a finales de los sesenta y lo hicieron con la irrupción del concepto de autoservicio. Toda una revolución. Porque hasta entonces todo, absolutamente todo, se compraba ante un mostrador con un dependiente al otro lado. Hasta que llegó Simago Prisunic, el primer supermercado de la provincia, y cambió para siempre la forma de comprar. Ya no hacía falta pedirle nada al dependiente. Ya no hacía falta ir a varias tiendas para llenar la nevera o renovar el armario. Uno entraba en Simago, paseaba por los pasillos, miraba los precios, tocaba el producto, lo dejaba en la cesta y, al salir, pasaba por caja. ¡Lo nunca visto en Castelló!

El primer supermercado abrió en la capital un mes de abril de 1969, hace justo 50 años. En el número 64 de la calle Mayor de Castelló (hoy el local lo ocupa Carrefour Express) desembarcaba Simago Prisunic, una cadena que por aquellos años ya contaba con 18 establecimientos en toda España, seis de ellos en Madrid. Y lo hacía con sus refrigeradores, sus pasillos, sus anaqueles, su línea de cajas y, por supuesto, su escalera mecánica, la primera que hubo en la provincia. En Simago uno podía encontrar de todo: alimentación, droguería, ropa y zapatos, juguetes, libros, discos, muebles de jardín... Todo estaba ordenado por secciones en las dos plantas dedicadas a la venta al público repartidas en 1.800 metros cuadrados. «En Simago Prisunic se alojan absolutamente todos los artículos que un ama de casa necesita para su compra diaria», explicaba un reportaje a toda página que publicaba el periódico Mediterráneo el 15 de abril de 1969, tres días después de la inauguración.

Las escaleras mecánicas

Para la ciudad de Castelló, que entonces tenía poco más de 96.000 habitantes, aquello supuso una auténtica revolución. «Simago fue un boom total. Era la primera vez que podías entrar en una tienda sin compromiso de compra y recuerdo que la afluencia de gente era impresionante», apunta Esperanza Martínez, que durante tres años formó parte de la plantilla de Simago Prisunic.

Esperanza Martínez empezó a trabajar en Simago durante la campaña de Navidad de 1970 y Rosmari Gómez lo hizo el mismo día de la inauguración. Tenía solo 17 años y comenzó como dependienta de la sección de bisutería. Luego fue encargada del departamento de novedades y, después, jefa del área de alimentación. «Simago era una atracción total. Introdujo en Castellón el concepto de autoservicio, que hasta entonces nadie sabía lo que era y atraía a clientes no solo del centro y de toda la ciudad, sino también de la provincia. No había nadie que viniera a Castelló al médico o a hacer alguna gestión y no pasara por Simago», describe Rosmari.

En aquellos primeros años, una de las atracciones de Simago fueron las escaleras mecánicas. Se construyeron en Alemania y había gente que entraba en el supermercado solo para subirse en ellas. Eso sí, solamente se podía subir. Para bajar había que utilizar las escaleras. «La gente no sabía cómo utilizarlas y se producían muchas caídas. Había días que nos daba la impresión que, más que dependientas, éramos enfermeras que curábamos las pequeñas heridas que se hacían los clientes al usarlas», cuentan las trabajadoras del local.

Rosmari Gómez, Esperanza Martínez, Ana Baneges... formaron parte de una plantilla compuesta por casi un centenar de trabajadores. «Más que empleados éramos una familia. Trabajábamos muy duro por dar un servicio exquisito a los clientes, pero no había nada de rivalidad. Éramos una piña. Incluso hoy, cincuenta años más tarde, mantenemos una gran relación y nos hemos reunido para celebrar el aniversario», explica Esperanza.

Cinco años después de abrir Simago, se inauguraba en la capital otro establecimiento mítico, Lemon. Lo hacía en la calle Vera (hoy Zara) y aquella apertura supuso otro hito (y otra revolución) en la historia del comercio local.

La cafetería de Lemon

El centro comercial Lemon abrió sus puertas en septiembre de 1974 y lo hizo gracias al impulso del empresario Leopoldo Monfort. El establecimiento, que tenía 120 empleados y ocupaba una superficie de 2.500 metros cuadrados, tenía seis plantas (vendían ropa, juguetes, electrodomésticos, viajes...) y, además de las escaleras mecánicas, uno de sus mayores reclamos fue la cafetería en la última planta, con vistas a Santa Clara. «Fue la primera tienda en Castellón que creo las tarjetas de compra personal, en las que se podía comprar, devolver, y pagar a los 30 días», aseguran varios comerciantes.

Simago bajó la persiana en Castelló en junio de 1999, cuando pasó a denominarse Champion tras ser adquirida por la cadena Continental, que mantuvo a todos los antiguos trabajadores. Lemon lo había hecho unos años antes, en 1992, y con el tiempo aquel edificio de la calle Vera se convertiría en el primer Zara de Castelló. «Durante años estos dos establecimientos fueron punto de encuentro para decenas de castellonenses. Era típica la frase Quedamos en Simago?», explican los comerciantes. Pero antes de que Simago y Lemon desaparecieran para siempre, abrían en la capital dos establecimientos que, definitivamente, iban a cambiar el comercio local. Se trata de Pryca, en la avenida del Mar, y Alcampo.