Cuentan en Almassora que cuando uno entra en el cuartel de la Guardia Civil le da la impresión de estar en una película de Paco Martínez Soria. El edificio, ubicado entre las calles Purísima y San Felipe, ha cumplido ya los 93 años y aunque en las últimas décadas ha sido objeto de alguna remodelación ni las oficinas, ni el patio central, ni los pisos en los que habitan varios agentes y sus familias se encuentran en buen estado de conservación. O dicho de una forma más directa: todo es más viejo que Matusalén. En Onda la situación es la misma y quienes forman parte de una de las instituciones más valoradas (lo dicen las encuestas del CIS), trabajan en precario. «Las instalaciones son indignas», resume el alcalde, Ximo Huguet.

La mayoría de los 29 acuartelamientos con los que cuenta la Guardia Civil en Castellón se encuentra en mala situación. «Quitando el cuartel de Orpesa, que es reciente, el resto de dependencias da pena. Todos los años se ejecutan reparaciones por importes considerables, pero a todas luces insuficientes», apuntan desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Castellón, que citan unos ejemplos: en Benicàssim no hay vestuarios para las mujeres y en otros centros los ciudadanos comparten el cuarto de baño con los detenidos.

Aunque la situación general no es buena, hay tres municipios que llevan años pendientes de un nuevo cuartel. Se trata de Vilafranca, Onda y Almassora. El primero lleva 35 años esperando. Los otros dos algo menos, 14. Años y años de promesas incumplidas, de palabras que se las ha llevado el viento y que ahora han conseguido unir a todos los partidos de la Diputación Provincial, que acaba de solicitar al Gobierno la inclusión en los presupuestos de 2018 de las obras de los tres acuartelamientos.

La primera vez que la Dirección General de la Guardia Civil anunció la construcción «a corto y medio plazo» de los cuarteles de Almassora y Onda fue en junio del 2003, aunque la reivindicación por parte de los ayuntamientos es anterior. En el caso de Almassora, el proyecto de nuevo cuartel entró en los Presupuestos Generales del Estados (PGE) del 2010 pero ese mismo año los trámites se paralizaron sine die víctima de los recortes. Ninguna de las gestiones realizadas en los últimos años has dado sus frutos y Almassora sigue sin nuevas dependencias. «Los agentes merecen mejores condiciones en la que es su casa en Almassora», apunta la alcaldesa Merche Galí, que incide en la rotación de la plantilla debido a la precariedad del edificio. «Un bloque moderno sería un atractivo para los guardias civiles», argumenta.

No todos los 1.300 guardias civiles que trabajan en Castellón residen en una casa cuartel. Los datos que maneja AUGC revelan que quienes viven en un pabellón son menos de la mitad. «Los pabellones tampoco están en buen estado y hay compañeros que invierten dinero de su bolsillo», describen desde la Asociación.

víCTIMAS DE LOS RECORTES // Si en Almassora la construcción del cuartel es un clamor, en Onda es una de las prioridades del alcalde, Ximo Huguet, que lleva más de dos años peleando en balde. Ha escrito cartas al Ministerio, ha promovido mociones... pero nada. «Hace más de diez años se inició el proceso para la construcción y no se puede demorar más», defiende el munícipe, que recuerda que el Ayuntamiento cedió el solar en 2008. El mayor avance se produjo en 2010, cuando se anunció la licitación de los trabajos, aunque en abril de ese mismo año el proyecto se cayó de los presupuestos y nunca más se supo. Otra víctima de la tijera.

En Vilafranca la historia se repite, aunque en el caso de este municipio de Els Ports los primeros intentos de tener una casa cuartel moderna datan de los años ochenta del siglo pasado. Han pasado más de 30 años y hoy los agentes trabajan en el edificio del antiguo centro de salud que hace cuatro años les cedió el Ayuntamiento, pese a que los terrenos para el nuevo cuartel están. «Compramos el solar rápidamente y en 2008 el Gobierno estuvo a punto de licitarlo», explica el alcalde, Óscar Tena.