La cuarentena ha creado en millones de hogares la fórmula perfecta para no pegar ojo. Al impacto fisiológico de no hacer actividades cotidianas (hasta el sábado no se podía salir a hacer deporte) o seguir horarios con normalidad, ha añadido la ansiedad y el estrés causado por la incertidumbre sanitaria y económica. El resultado, noches en vela que se traducen en días eternos.

La población está afrontando el problema del insomnio «desde casa». «Con motivo del covid-19 hemos suspendido las consultas ordinarias y demorables hasta que la situación recupere la normalidad», apunta la representante de Enfermería de la Unidad del Sueño del Hospital General de Castelló, Enriqueta Ramia.

No obstante, atienden telefónicamente a decenas de pacientes diarios entre crónicos y nuevas consultas. «Hemos notado un incremento de llamadas referidas tanto a reagudización de problemas previos como a la aparición de nuevas patologías», explica.

Los neurofisiólogos aseguran que el confinamiento «está conllevando un cambio total de rutinas», por lo que «mucha gente tiene complicaciones para ponerse un horario». «Para que por la noche llegue el sueño se tienen que dar factores cronobiológicos: Recibir luz del sol, hacer ejercicio y mantener rutinas. Además, la cuestión no radica en el número de horas que dormimos, sino en la calidad del sueño», incide.

Niños y padres sufren los trastornos del sueño de forma diferente. Los más jóvenes están educando a su cerebro a seguir patrones de descanso, por lo que seguir despiertos hasta altas horas se traduce en menos horas de reposo y más agitación al día siguiente. En este sentido, Ramia dice que «el uso de dispositivos electrónicos dos horas antes de irse a la cama provoca el estímulo del cerebro y retrasa el sueño».

En el caso de los adolescentes, según detalla la responsable de la Unidad Neurofiosológica de Vithas Castellón, Maribel Andrés, al problema de las nuevas tecnologías se suma el dominado «retraso de fase». Según la doctora, debido a los cambios hormonales que se producen en estas edades, la melatonina se genera más tarde, por lo que tardan más en dormirse incluso en situaciones normales, lo que provoca que en la situación actual ese cambio en la conciliación del sueño sea mayor», relata la profesional.

El confinamiento es también una dificultad añadida para aquellos que tienen problemas de obesidad, sobre todo, en edad infantil: «Las familias deben hacer un esfuerzo en jugar con los niños y animándolos a salir a hacer deporte al aire libre, ahora que pueden hacerlo durante una hora. Deben concienciarse de que no pueden pasarse el día jugando a videojuegos y alimentándose mal, porque ese es un camino que lleva a una difícil salida», explica la doctora.

Problema generalizado / Nadie se libra de las causas psicológicas que provoca el insomnio y que agravan la pérdida de rutinas. «Una de las mejores maneras de hacer frente a esta situación es mantenerse ocupados más que preocupados» apunta Maribel Andrés, quien destaca además que para que el horario funcione mejor se debe implicar al mayor número de miembros de la familia. Tal vez podemos ser flexibles a la hora de comer, pero no para la cantidad de horas delante del ordenador», señala la doctora.

Andrés recuerda que «el sueño es imprescindible para el sistema inmunológico», por lo que incide en aumentar el periodo de descanso, mantener horarios estrictos y llevar a cabo rutinas que faciliten el descanso mientras dure esta alteración de la vida cotidiana, que nadie sabe cuando podrá volver a la normalidad.