Hay que buscar una solución». Es la conclusión que planteó ayer el presidente del Comité Económico y Social (CES) de la Comunitat Valenciana, Carlos Alfonso, tras situar la creciente despoblación del interior de Castellón como el principal problema con el que cuenta este territorio.

La nueva alerta se suma a la que ya ha puesto sobre la mesa la Diputación de Castellón, que preside Javier Moliner, que trabaja con planes transversales que tratan de paliar el problema, una línea a la que también se ha incorporado la propia Generalitat.

Sin embargo, Alfonso, quien presentó ayer la Memoria del Comité Económico y Social de la Comunitat Valenciana 2017, resaltó que los nuevos datos confirman la tendencia a la reducción en el número de habitantes en las zonas rurales castellonenses, que «en Castellón se agudiza mucho», frente a una situación más matizada en Alicante o Valencia. Los datos prueban que las medidas que se han puesto en marcha hasta el momento funcionan apenas como paliativo, en parte, por la dimensión del problema, que excede las acciones puntuales.

números DEL ÉXODO // Las comarcas de montaña de la provincia pierden población a mayor ritmo que en el resto del territorio autonómico. Según la mencionada memoria, si la provincia redujo sus residentes en un 0,65% de promedio en el último año, hasta los 575.470, y la Comunitat lo hizo en un 0,37%; la comarca del Alto Mijares vivió un descenso de un 4,5%, un índice solo superado por escasas décimas por el área del Rincón de Ademuz, en la provincia de Valencia. Mientras, la caída es del 2,61% en Els Ports; del 2,34% en el Maestrat; y del 1,33% en el Alto Palancia.

«Gran virtud» // Como contraposición a este rasgo de carácter negativo y preocupante, Carlos Alfonso apuntó a la industria azulejera como la «gran virtud» que caracteriza a la provincia de Castellón. Señaló en este sentido que el sector, «puntero», es uno de los dos que «están contribuyendo mucho al despegue de la economía de la Comunitat Valenciana», junto con el del automóvil.

El presidente del CES, como también recoge el completo informe emitido ayer, lamentó no obstante que, si bien hay una clara mejora, el territorio que forman Castellón, Valencia y Alicante, podría haber duplicado su crecimiento en términos de PIB y llegar hasta el 6% el pasado año si hubiera contado con la financiación adecuada y las inversiones estatales que le corresponden.

Como otra voz que pide más dinero para la Comunitat y la realización de las obras pendientes, Carlos Alfonso añadió que «la mejora no es lineal» y defendió que «hay que resolver como sea» carencias en infraestructuras como la correcta conexión del puerto de Castellón con la red viaria, o la ejecución de los corredores mediterráneo y cantábrico.

la calidad del empleo // Tanto la memoria del CES como su presidente llaman igualmente la atención sobre la tendencia a mejorar del empleo, en el sentido de que se crean más puestos de trabajo y el paro disminuye. No obstante, remarca que «no es de calidad», un elemento que han puesto de relevancia en repetidas ocasiones los representantes sindicales, como ha informado Mediterráneo.

La recomendación es, por tanto, la de tratar de mejorar las condiciones socioeconómicas de los trabajadores, que el informe del CES fija en un total de 230.459 afiliados a la Seguridad Social al cierre del último año, el 2,7% más que doce meses antes.

carencias sociales // Por primera vez, la memoria del CES aborda «un problema muy serio», la violencia de género, en relación con el que Carlos Alfonso remarcó en la presentación del informe que «no podemos contar con nueve valencianas que fueron asesinadas en el último año», de las que dos fueron castellonenses.

Como único medio viable para luchar contra esta lacra, el organismo consultivo apunta, en palabras de su presidente, hacia la necesidad de «efectuar cambios de calado para elevar la formación y la cultura social».

Esta es también la receta que plantea para abordar otro rasgo preocupante de la sociedad castellonense y del resto de la Comunitat Valenciana, lo que denominó como «un relativamente elevado índice de fracaso escolar», situado en el 20,3%, dos puntos por encima de la media estatal.

En el orden social, el CES lanza otra alerta, en este caso por la alta tasa de pobreza, que en la falta de acceso a la energía, alcanza a dos de cada diez ciudadanos.