El sentimiento de abandono se adueña de municipios como Torás, donde los vecinos cuentan su experiencia frente a los robos y los atracos con una mezcla de indignación y resignación. La misma combinación de factores que se produce en el interior de la provincia con la falta de oportunidades laborales, educativas o sanitarias y que están detrás del preocupante fenómeno de la despoblación.

Rosa y Pedro, que a media mañana tomaban un café en el bar del municipio, tenían claro que para los ladrones es «muy fácil» robar. «Aquí en invierno somos cuatro gatos y hay calles en las que apenas viven tres o cuatro personas», apuntaron, para añadir que la despoblación es una realidad que no se explica solo por la inseguridad, pero que todo suma. Al tiempo, pidieron «mano dura» contra los cacos.

Para Amparo, que regenta la tienda de Torás, también es una evidencia que faltan guardias civiles. Y cuenta su propia historia, que ocurrió hace cinco años. «Era un sábado por la tarde, hacia las 19.00 horas, y dos hombres entraron a comprar. Cuando se metían la mano en el bolsillo, en teoría para pagar, sacaron un cuchillo», explica. La hirieron, pero no robaron nada porque apareció su marido y juntos ahuyentaron a los individuos. Pero ella explica que «ni ese día, ni al siguiente», fue «ningún agente» y se sentió «totalmente desatendida». Desde entonces, ha dado una orden clara a su familia: para evitar estas situaciones, si escuchan algo de noche, mejor ni subir las persianas.