La Diputación de Castellón reunió a diputados, concejales, alcaldes --de todos los signos políticos--, representantes del Gobierno, de la Guardia Civil, del obispado, del CD Castellón y vecinos en general en un emotivo acto en la plaza de las Aulas que sirvió de homenaje a las víctimas del terrorismo en el 20º aniversario del asesinato del edil de Ermua Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. Tras un minuto de silencio, el presidente Javier Moliner leyó un manifiesto cargado de sentimiento y recuerdos en el que se evocó el espíritu de Ermua. «Hace 20 años el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco produjo conmoción social en toda España. En ese momento se terminó el miedo y marcó el principio del fin de ETA». «Millones de españoles aparcamos nuestras diferencias y salimos a condenar la barbarie y el dolor provocado por la sinrazón del terrorismo, y nació el espíritu de Ermua, propiciando el acuerdo de todos los partidos democráticos y de las instituciones, y la claridad y firmeza de un gobierno que no cedió al chantaje», apuntó Moliner. «Ese espíritu nos sigue manteniendo unidos hoy, comprometidos con la vida y la libertad, ante los fanáticos de la identidad, ante los cómplices necesarios de tanta barbarie», manifestó.

En su intervención, miró hacia el pasado («hemos vencido policialmente a ETA») y puso el foco a lo que todavía queda por hacer. «Esclarecer los cientos de crímenes sin resolver, seguir exigiendo que ETA se disuelva y denunciar la legitimación del terrorismo en el País Vasco y Navarra, que es noticia habitual con actos y declaraciones de partidos y organizaciones que justifican o relativizan el terrorismo», recalcó Moliner.

Tras el acto, también habló a los medios el subdelegado del Gobierno, David Barelles, insistiendo en que «no hay que olvidar. Hay que reivindicar la libertad y la unidad por encima de las ideologías y partidos políticos».

HUELLAS

Para dar por finalizado el acto de homenaje organizado por la Diputación, decenas de asistentes materializaron sus emociones impregnando sus manos en pintura blanca, símbolo del espíritu de Ermua, para plasmar sus huellas en una lona con el rostro de Blanco que colgaba desde el pasado miércoles en la fachada del Palacio Provincial.

«Creo que las emociones justifican el hecho de que no dejemos pasar la ocasión de recordar que tenemos una deuda con las víctimas », remarcó Moliner.