El mes de septiembre sirve de punto de inflexión para emprender proyectos, cambiar de costumbres y tomar decisiones, casi más que en enero, cuando empieza un año nuevo. Es en esta época cuando más divorcios se registran en la provincia de Castellón, una tendencia generalizada en el conjunto del país. Las vacaciones significan pasar más tiempo junto a la pareja y esto no siempre gusta y sale bien, porque cuantas más horas se comparten más problemas y conflictos pueden generarse, según explican los expertos. Y es que el matrimonio ya no siempre es para toda la vida.

El pasado año hubo en la provincia 1.471 rupturas, cifra ligeramente superior a la del 2017, cuando se contabilizaron 1.438. Tres de cada diez disoluciones matrimoniales se sucedieron tras el periodo estival, según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Un elevado número fue entre matrimonios que llevaban más de 10 años casados, según refleja el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El número de rupturas se acerca cada vez más al de los matrimonios, ya que se registraron 1.924 en la provincia. Esta tendencia al alza se reflejó durante el primer trimestre de este 2019, cuando los divorcios crecieron hasta los 380, frente a las 339 que se sucedieron en el mismo periodo del 2018. Las separaciones han bajado, pasando de 22 a 11, aunque esta cifra resulta poco trascendental en el cómputo global. De las 391 rupturas en los tres primeros meses del año, 141 fueron no consensuadas, es decir, casi un 40% del total, por lo que el asunto en cuestión tendrá que dirimirse ante el juez.

Aspecto económico

En los últimos años, con la mejora económica también ha venido aparejado un aumento en el número de divorcios, ya que hay matrimonios que han optado por separar sus caminos cuando han tenido la economía saneada o mejores perspectivas laborales que les permiten hacer frente a los gastos que la nueva situación conlleva. «Muchas parejas que ahora se divorcian son separaciones que se habían pospuesto durante la época de crisis. El inconformismo del actual modo de vida también es otra causa común. Ciertos comportamientos han cambiado sustancialmente con la generalización del acceso a internet. En verdad, cada matrimonio es un mundo con sus propias particularidades», explicó el psicólogo clínico Carlos Hidalgo.

«En muchas ocasiones el motivo aparente no es el real, escondiendo algo no tan visible, una razón que no se quiere afrontar. La falta de interés por ambas partes para comunicarse con empatía es la que suele en el fondo provocar una frustración que conduce a no ser felices y a sentirse poco valorados por la pareja», señaló Hidalgo al respecto.

Terapia de pareja

La psicóloga castellonenses especialista en terapia de pareja Gemma Sánchez indicó que ahora, tras las vacaciones de verano, registra una mayor actividad en este sentido. El principal perfil que requiere sus servicios responde a personas entre 35 y 45 años, «aunque cada vez más vienen matrimonios de 60 años». Son las parejas más jóvenes las que tienen, en principio, un «mayor grado de flexibilidad al cambio frente a las que llevan más tiempo recorrido».

Sin duda, aquellos que demandan estos servicios buscan «salvar» su relación, mientras que para otros se trata de «quemar el último cartucho, buscando una visión externa para decidir».

Efectividad

¿Es efectiva la terapia de pareja? Esta cuestión resulta «tremendamente variable», según remarca Sánchez, ya que dependerá del deterioro previo, así como de las problemáticas asociadas, por ejemplo, las relaciones con las familias de origen o casuísticas personales. Lo que sí resulta crucial para lograr reconducir una crisis matrimonial es la disposición personal y la actitud con la que se afronta.

Este tipo de servicio de asesoramiento profesional está cada vez más implantado socialmente y aumenta el número de matrimonios que recurren a él. En este sentido, la experta subraya que ahora «se cuenta más», además también, actualmente, las problemáticas de las personas que optan por este tipo de terapia son «menos graves».