No son adictos, pero admiten haber probado. Y no solo una vez sino, dos, tres, cuatro... El 11% de los adolescentes de Castellón de entre 14 y 18 años reconoce que apuesta dinero a través de internet varias veces al mes, un porcentaje que sube medio punto en el caso de los jóvenes de entre 18 y 19 años. Teniendo en cuenta que en la provincia se contabilizan un total de 28.111 menores de entre 14 y 18 años, la población de esa edad que admite jugar de manera regular son 3.092. ¿Y qué confiesan? Reconocen participar de manera regular en apuestas deportivas y para ello recurren a diferentes métodos con los que se saltan una normativa que en España prohíbe jugar a los menores de edad.

Que el 11% de los adolescentes de Castellón apuestan habitualmente por internet es una de las conclusiones del primer estudio elaborado en la Comunitat Valenciana sobre prevención escolar de adicciones tecnológicas y juego patológico entre jóvenes de 14 a 19 años y donde se asegura también que más de la mitad de ellos ha jugado alguna vez. O lo que es lo mismo: 15.000 han burlado la ley y ya lo han probado.

Estadísticas como las del estudio realizado en la Comunitat Valenciana son los que han hecho saltar las alarmas. De hecho, el Ministerio de Sanidad destaca la tendencia en su Estrategia Nacional sobre Adicciones 2017-2024, donde reconoce que la amplia oferta de juegos, junto con la publicidad en medios o espacios deportivos y estrategias de márketing, especialmente dirigida a los más jóvenes, de las casas de apuestas deportivas o juegos on-line «han contribuido a un incremento de los número de personas con adicción al juego y un cambio en el perfil del jugador».

Todos estos datos no sorprenden nada a quienes en la provincia se dedican a tratar a menores adictos a los juegos on line. «Los casos están aumentando espectacularmente y empiezan a ser un problema grave», apunta Javier Brotons, psicólogo con consulta en Castellón y profesor asociado de la Universitat Jaume I (UJI).

Pero, ¿por qué crecen este tipo de adicciones? ¿Por qué cada vez más jóvenes de Castelllón prueban suerte con las apuestas deportivas? «Las razones son varias y van desde que la oferta es cada vez más alta, a la facilidad del acceso, la inmediatez del premio y el anonimato», describe Brotons.

Que el juego on line es una moda al alza es algo que demuestran todas las estadísticas oficiales. En España este negocio mueve unos 1.000 millones de euros al mes. Es decir, más de 10.000 millones al año. De hecho, según el último informe de la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ), un organismo que depende del Ministerio de Hacienda, durante el 2016 el juego on line facturó un 34% más que el año anterior, y aunque las cifras del 2017 todavía no están cerradas todo apunta a que volverán a evidenciarán un fuerte crecimiento del sector.

La modalidad que más crece

En Castellón la tendencia es la misma y, además, la modalidad que más crece es la de las apuestas deportivas. Y lo hace por goleada. Unos datos bastan para entenderlo: entre 2013 y 2016 la cantidad jugada en la provincia ha pasado de 17,5 a 40 millones de euros, lo que representa un incremento del 129%, según cifras de la Conselleria de Hacienda.

Aunque el grueso de los que realizan apuestas tiene más de 18 años, los expertos alertan de que cada vez son más los menores que se enganchan. Lo hacen a través de sus móviles, ordenadores, tabletas o en los locales de apuestas in situ. «En general se trata de chavales que tienden a un cierto aislamiento social, que buscan el riesgo y que buscan sentirse importantes por algo», sentencia el psicólogo Javier Brotons.

Brotons no es el único especialista de Castellón que alerta del incremento de este tipo de adiciones por parte de personas cada vez más jóvenes. Patim también lleva años avisando hasta el punto de que más del 30% de las adicciones no tóxicas atendidas en 2016 en la provincia era a las apuestas on line y, además, ya se están empezando a tratar a chavales que aún no han cumplido los 18 años. «Hay algunas señales que pueden avisar a los padres, como dejadez de las actividades académicas o laborales, cambios en los horarios, cierto aislamiento social y reacciones desmesuradas ante la amenaza de quedarse sin móvil», resume Brotons. H