Castellón tiene ante sí un importante reto demográfico en los próximos años. La provincia perdió 331 habitantes en el primer semestre de este año, es decir, prácticamente dos al día. Y no es que los últimos seis meses hayan sido extraordinarios. Todo lo contrario, pues el hecho de que haya más entierros que nacimientos hace tiempo que ha dejado de ser noticia. Ante esta realidad que se impone, los expertos en economía y demografía tienen claro que la provincia necesita inmigración para garantizar el sistema de pensiones y para mantener la actividad económica, pues la sociedad no deja de envejecer.

El número de extranjeros en Castellón tocó techo en el 2008 con 105.364 personas. La crisis y el llamado efecto retorno provocaron un descenso que se ha prolongado hasta el ejercicio actual, cuando los ciudadanos de terceros países han crecido de los 73.793 del 2017 a los 75.227 actuales. De ellos, 56.644 están en edad de trabajar y más de la mitad proceden de países de la Unión Europea. Los llegados de África son 17.988, mientras que el tercer colectivo más numeroso es el de los sudamericanos (6.501).

ESCASOS NACIMIENTOS // Los expertos consultados por Mediterráneo creen que, desde un punto de vista económico, los extranjeros son necesarios tanto para Castellón como para el resto de España. El profesor de Historia y Geografía de la Universitat Jaume I, Juan Bautista Ferreres, lo explica porque el «patrón de escasos nacimientos» que se ha impuesto en los países occidentales no tiene visos de desaparecer en un futuro próximo, provocando una pérdida de población. De hecho, en Castellón llegaron a vivir en el 2010 595.000 personas, mientras que en la actualidad la cifra se ha quedado en 569.225. Es decir, en apenas ocho años la provincia ha perdido más de 25.000 habitantes.

El economista Enrique Domínguez cree que el envejecimiento progresivo de la sociedad castellonense hace necesario, para garantizar el sistema de pensiones, «la incorporación de extranjeros que aporten a la Seguridad Social». Domínguez apunta que «los partidos que están contra la inmigración están contra sí mismos, porque los foráneos son clave para mantener el bienestar».