El Agility es una modalidad deportiva donde perros, conducidos por sus dueños, deben superar una serie obstáculos de la manera más limpia y rápida posible. Aunque también «es un juego. Una manera de crear un vínculo muy especial con tu mascota», cuenta Reme Navarro del Club Agility Castellón. Aún a pesar de tener una «gran acogida en Castellón», según los distintos clubs de la provincia, este juego presenta grandes dificultades en la localidad.

Este deporte canino nació en la primera mitad de los años 70 y lleva en Castellón desde 1992. Desde entonces, los clubs de la provincia han ido consolidándose habiendo, a día de hoy, hasta cinco asociaciones a lo largo y ancho de nuestro territorio: El Club de Agility de Castellón, el Club de Agility Costa Azahar, el Club de Agility Sommium, el Club de Agility Vila-real y el Club de Agility Zampican.

Estas asociaciones son las encargadas de proporcionar un espacio de entrenamiento a las mascotas. Los circuitos de obstáculos, el mantenimiento de la pista y los suministros del lugar se consiguen con las colaboraciones económicas de los mismos miembros. «Como todo hobbie, aclara el regidor del Club Agility Castellón, Antonio Ojeda. Además, en la provincia, las organizaciones no reciben ninguna ayuda para el desplazamiento de los animales o los obstáculos, mientras que en otras comunidades autónomas como Madrid o Baleares, sí.

Esto se debe a que el Agility no está reconocido como deporte en Castellón por la Real Sociedad Canina de España (RSCE). No obstante, sí lo está por la Federación Provincial de Caza, la cual es uno de los pocos «apoyos» que tienen los clubs. Cuando algún colectivo de Agility de la ciudad organiza eventos, como por ejemplo exhibiciones caninas, esta federación aporta una pequeña cantidad de dinero a los clubs para que puedan cubrir sus gastos mínimos.

Los clubs de Castellón tienen de siete a diez componentes y cada uno de ellos paga una cuota para que sus perros puedan gozar de una «válvula de escape». Así es como lo llama Marco Martín, competidor afiliado al Club Agility Castellón. «Nuestra vida cosmopolita se basa en estar todo el día trabajando, el Agility es una válvula de escape tanto para nuestros perros, como para nosotros», opina.

Asimismo, el encargado del Club Agility Zampican, José Luis García, define el agility como algo más que un deporte: «para mi va más allá. El agility es disfrutar con tu perro y aumentar el feeling con él». Reme Navarro, añade: «lo bonito es que tú y tu perro sois un equipo. Se crea un vínculo muy especial, una chispa. Solo hay que ver como Isis mira a su dueño». «Creas un vínculo que no lo creas de ninguna otra manera, algo especial. Mi perro y yo solo con mirarnos nos entendemos», cuenta el encargado del Club Agility Sommium, David Martínez.

Aún a pesar de la competitividad que hay entre los clubs, sus integrantes coinciden en que el entrenamiento arduo lleva al aburrimiento y desmotiva a sus mejores amigos. «Los perros tienen que jugar y divertirse para dar lo mejor de ellos», explica Navarro. «Tienen que quedarse con ganas de salir a la pista, de divertirse y de desfogarse del día a día», amplía Martínez.

Los componentes de los grupos de agility de la provincia, también opinan igual con respecto a cómo esta modalidad deportiva ayuda a los animales a aprender a obedecer y a ser más felices. De hecho, el veterinario y gerente de la Clínica Veterinaria Sant Antoni, Pablo de la Torre, mantiene que el agility «es positivo física y mentalmente para el animal. Los perros necesitan hacer ejercicio diario para tener entretenimiento, sentirse útiles y aprender a obedecer».

No obstante, el experto aclara la importancia del análisis clínico previo ya que, en el caso de obviarlos, «se podría producir un serio desgaste articular o se podría agravar alguna patología ya presente», explica. Asimismo, de la Torre incide en la necesidad de una tutela profesional ya que «según la raza, la edad y el tamaño de perro, deberán variar tanto los obstáculos como la duración de los entrenamientos por el bien de la salud del animal».

La raza por excelencia para este tipo de pruebas es el Border Collie, según los coordinadores y deportistas de los clubs, por «su inteligencia y actividad». Sin embargo, «cualquier perro puede hacer agility», mantienen. De hecho, el regidor del Club Sommium cuenta que él y su pareja quedaron terceros en la modalidad por equipos del Campeonato de España de la RSCE en el año 2017, con un Caniche y un Chiuaua.

Algunas anécdotas

SOMMIUM

Los dos cabezas del Club de Agility Sommium son un matrimonio desde hace siete días. David Martínez, cuenta con una sonrisa que él y su ya mujer se conocieron practicando agility y fue su amor por este deporte lo que les unió. Martínez se atrevió a arrodillarse para pedir su mano en una pista de entrenamiento con todos los miembros del club presentes. «El club se ha convertido en mi familia», nos cuenta.

Además, explica que hay muchos componentes del club que tienen hijos y estos se animan a participar. Afirma que a los más pequeños, practicar este deporte «les va muy bien, porque se rodean de un círculo muy sano y aprenden valores como a responsabilidad o la empatía». De hecho, narra la historia de un niño que padecía déficit de atención y se aventuró a participar en los entrenamientos. Tras ver que le enamoraba este deporte, su padre, sin dudarlo le apoyó y a día de hoy, el pequeño entrena todas las semanas con ellos.

AGILITY CASTELLÓN

Desde el Club Agility Castellón nos cuentan varias anécdotas interesantes. Siguiendo por la línea de los más jóvenes, la más pequeña del club es una niña de 15 años que es especialmente buena con su mejor amigo. «Al final, esto demuestra que este deporte no entiende ni de géneros, ni de edades», dice el coordinador del club y entrenador de la joven, Antonio Ojeda.

Asimismo, uno de los miembros, Marco Martín, cuenta que su amiga perruna, cada dos por tres, no le hace caso, se desentiende de la pista y tiene que ir detrás para enderezarla. Califica este tipo de situaciones como «cómicas» cuando sólo están los del club, pero le ha llegado a pasar con mucha gente delante y al respecto dice: «es bastante ridículo, pero al final me quedo que cuando está centrada lo hace de maravilla y que los dos disfrutamos de los momentos de entrenamiento». Marco Martín es marido de Reme Navarro y ambos se esfuerzan por mejorar juntos con sus mascotas.

ZAMPICAN

En este club, su regente José Luis García declara que cuando él se inició en esta modalidad deportiva, lo hizo con un perro agresivo y desobediente, pero que con el paso del tiempo y con los entrenamientos constantes, esto «cambió totalmente». Además, narra la historia de un perro con una discapacidad que entró en el club.

El pequeño sufría sordera. Al principio, le costaba entenderse con su guía para superar los obstáculos, pero gracias a su tutor y a los entrenamientos semanales, el perro ha llegado hasta a presentarse a un campeonato. «Ahora es un perro feliz», cuenta.

Castellón, un lugar difícil para este hobbie

hobbie A pesar de lo bonito que es este deporte para quien lo practica -sea humano o no- y de la cantidad de clubs que hay a lo largo y ancho de Castellón, para poder practicarlo, esta comunidad autónoma no es de las que más fácil lo tiene. De hecho, llamar a este «juego» deporte no es del todo correcto ya que no está reconocido como tal por la RSCE, mientras que en otras comunidades como Madrid o las Islas Baleares sí.

El reconocimiento de este ejercicio entre el perro y el guia es fundamental para que se reciban ayudas a la hora de organizar algún tipo de actividad colectiva o individual. Al comparar los distintos clubs que hay en las ciudades españolas se puede comprobar que en aquellos lugares donde esta actividad sí está reconocida como deporte por este organismo hay más agrupaciones. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid hay hasta 22 clubs de agility , mientras que en Castellón solo 5.

Aún así, la Federación de Caza «es más accesible porque además de dar ayudas cuando se organizan exhibiciones, permite la participación a perros sin pedigree, mientras que la RSCE es privada, por lo tanto no da subvenciones», explican algunos de los coordinadores. Además, las ayudas aportadas por esta federación son «ínfimas», opinan. «Ni de lejos nos ayudan a cubrir todos los gastos del club, como la compra de obstáculos, el pago a los jueces, los suministros, el mantenimiento, los premios, etc.».

Sin embargo, «como todo hobbie, sale de nuestro bolsillo», cuenta Ojeda. «Los gastos del club nos los repartimos entre todos pagando una cuota mensual», aclara. A lo que Navarro añade: «Al final, si algo te gusta, te implica y te llena tanto como esto me llena a mi, no te importa».