Falta la conversación, la cercanía habitual con clientes «de toda la vida», el compartir historias cercanas, las muestras de afecto directas... Pero lo que no ha cambiado en la relación de Rosa con las personas que diariamente pasan por su quiosco de la Avenida del Lidón es el compromiso de seguir ofreciendo el servicio básico de la información a través de la venta de prensa escrita. «El coronavirus no va a parar 30 años de cita diaria con nuestros clientes, a los que en buen número ya consideramos como algo más, como amigos», dice Rosa Juberías, al cargo del quiosco Milocha de la capital.

Vive con preocupación las cifras de afectados por el covid-19 que diariamente consulta en las páginas de Mediterráneo, pero también refleja cierta inquietud por lo que deparará el futuro. «Nosotros nos mantenemos abiertos al público, pero se nota el bajón en las ventas, sobre todo, en nuestro caso, de material de papelería, algo lógico por el cierre de los colegios», explica. La prensa escrita es uno de los productos que mantienen el quiosco en esta etapa de incertidumbre. «No sé si es por la necesidad de estar al tanto de todo lo que pasar en la provincia o simplemente la de leer para pasar lo mejor posible las largas horas de confinamiento en las casas, pero la verdad es que incluso estamos vendiendo más periódicos que antes de desencadenarse la crisis del coronavirus», dice Rosa, que ha limitado el horario de venta al público a las mañanas, y ha dejado solo en «un ratito para las devoluciones y otros trámites» la franja vespertina, que antes del Real Decreto de estado de alarma comprendía de las 16.30 a las 20.00 horas a pleno rendimiento.

Evidentemente, las medidas de seguridad para prevenir un posible contagio se han puesto en marcha en el quiosco Milocha. Rosa luce una de las cotizadísimas, hoy en día, mascarillas —«nos las facilitó un familiar hace varias semanas cuando empezaron a aumentar los casos de covid-19 en Italia»—; además, un precinto fijado en el suelo marca la distancia máxima a la que pueden acercarse los clientes. «Al principio era un poco caos, pero conforme van pasando los días la gente está más sensibilizada y cumplen a rajatabla las recomendaciones sanitarias», dice Rosa.

SOLIDARIOS CON LOS MAYORES

Como el resto de compañeros del gremio, la encargada del quiosco Milocha se siente necesaria para que muchas personas estén informadas. Por supuesto, los vecinos más mayores, a los que Rosa pide que se expongan lo mínimo posible a la pandemia. «No quiero que salgan de casa; a los que viven más cerca ya me encargo yo de dejarles la prensa del día colgada de sus portales».