Los vecinos de Castellón que acaban de incorporarse a la ciudad, los niños y niñas que están a punto de convertirse en adolescentes, tal vez alguna de las personas de los grupos de visitantes que muy a menudo caminan por nuestras calles al ritmo que marcan guías turísticos, no acaban de enterarse de que el Parque de Ribalta, nuestro Paseo por antonomasia, tiene ahora un aspecto que difiere bastante del que muchos de nosotros disfrutamos en tiempos pasados. Hablo de épocas en las que en nuestro lenguaje cotidiano aparecían las palabras maranyetes, basseta dels peixets o la font del Piliuet. Y en torno a todo ello hay mil historias de seres humanos para quienes el Paseo es un lugar entrañable, además de la risueña bienvenida de la ciudad a quien a ella llega por el oeste. Bien, pues en el andén central del parque, tan pulcro ahora, y tan distinto a aquel espacio que albergaba las dos ferias de atracciones de Castellón, la de la Magdalena y la de Todos los Santos, se inauguró hace unos meses un conjunto escultórico, obra de los artistas Carlos Martínez y Héctor Peiró, homenaje a quien había diseñado el parque situado sobre el cementerio del Calvario, hace 150 años, Luis Alfonso Brull, y a un insigne geógrafo y astrónomo francés llamado Pierre Méchain, que aquí murió en 1804, cuando era vecino de la ciudad.

ENSUEÑO VERDE // Ribalta es el ensueño verde de Castellón. Se realizó en dos fases, una primera iniciada el 12 de noviembre de 1869, que se denominó Passeig Vell, al que muy pronto se bautizó como de Ribalta, en homenaje al notable pintor que entonces se suponía hijo de Castellón. En una segunda etapa se llevó a cabo la construcción del llamado en primer lugar de la Alameda y luego del Obelisco, por el monumento que en la rotonda central se erigió en recuerdo de las jornadas del 7, 8 y 9 de julio de 1837 en que la ciudad resistió los ataques carlistas en lo que en verdad fue la primera guerra civil. Siempre se ha considerado a Domingo Herrero como el alcalde promotor de Ribalta. Y tampoco hay que olvidar que los 40.000 metros cuadrados que ocupa fueron donados a la ciudad por el Conde de Pestagua. Ambos paseos quedaron unidos en 1913 cuando se construyó la desviación de la carretera de Morella y Castellón contaba ya con algo más de 30.000 habitantes. Y, desde entonces, la entrañable primera Pérgola ajardinada en el recuerdo permanente de los castellonenses, muy pocos cambios ha experimentado el parque, hasta que la llegada del Tram y la actualización correspondiente, han provocado los muy recientes cambios, entre los que se inscribe el homenaje granítico a un personaje como Pierre Méchain.

LA VIDA // En la capital francesa de Laon, ciudad amurallada de marcado sabor medieval, nació el 16 de agosto de 1744 Pierre Françoise André Méchain. Hijo de un notable arquitecto, se vio obligado a estudiar física y matemáticas para seguir la carrera de su padre. Problemas financieros de la familia le obligaron a dejar los estudios iniciales y se incorporó como asistente hidrográfico del departamento de mapas y gráficos de la Marina Francesa, en Versalles. Sus buenas dotes para el aprendizaje de varias materias lo llevaron al mundo de los observatorios franceses y se convirtió en un especialista en catalogación de estrellas, ¡qué trabajo más hermoso! Y siguiendo su camino llegó a convertirse en un destacado astrónomo, que ya en 1774 supo observar la ocultación por la Luna de una de las más brillantes estrellas del cielo, Aldebarán, fenómeno del que publicó un estudio que fue su espaldarazo como especialista en astronomía. Otro aspecto que le dio fama y prestigio como científico fue el haber descubierto once cometas, a los que dio nombre, y veintiséis objetos del conocido como Cielo Profundo. Y es que ya dedicó su vida por completo a realizar observaciones astronómicas detalladas, de gran significación en el mundo de la astronomía. Acabó siendo el astrónomo titular del Observatorio de París.

LA OBSERVACIÓN // Avanzando en el tiempo, Pierre Méchain colaboró en 1787 con los afamados Cassini y Legendre en fijar la medida precisa de longitud entre París y Greenwich, acciones que se centraron en el observatorio astronómico de Slough, en Inglaterra. Este capítulo constituye un epígrafe de especial relevancia en astronomía, la Observación. Por aquel entonces, Méchain publicó su libro capital: Base del sistema métrico decimal, sin perder de vista las singulares expresiones o palabras de un astrónomo en acción. Me refiero a esfera celeste, firmamento, constelación, galaxia, nebulosa, vía láctea, hemisferio austral… Y es que estamos hablando de la ciencia de los astros, que no está al alcance de cualquiera. Sobre todo ello cabalgaba Méchain cuando también fue nombrado Académico de las Ciencias. Pero su destino estaba en España y especialmente en Castellón. Una breve estancia en Barcelona, donde le sorprendió una pequeña desviación de tres segundos en sus mediciones, sobre unos datos iniciales. Por cierto, en un rincón del puerto barcelonés, hay también una placa que recuerda, a modo de homenaje, como en Castellón, a Pierre Méchain.

EL FINAL EN CASTELLÓN // Está escrito que Méchain falleció a consecuencia de la fiebre amarilla en Castellón, cuando procedía a situar y fijar el meridiano cero. Y a Castellón vino impulsado por nuestro Fausto Vallés, a los que también se unió Francisco Arago. Todos trabajaron de manera intensa en el laboratorio de Vallés y en sus correrías por las montañas que rodean Castellón y Benicàssim, especialmente el Bartolo, buscando la perfección en la medición del llamado Meridiano Terrestre, lo que permitió la aparición de un nuevo patrón de medición, como es nada menos que el metro. Les tuvo muy ocupados la diferencia, o no, entre el valor geodésico y el valor astronómico, tierra y cielo, que también en todo tiempo ha tenido interesados a los poetas y soñadores, además de a los científicos. Los actuales nos han hecho llegar, sin perder de vista los descubrimientos de Castellón, la definición del metro: es la diezmillonésima parte del cuadrante del Meridiano Terrestre. Otros dicen que el valor del metro se cifra en 1.650.763,73 longitudes de onda. Lo cierto, con todo, es que Pierre Méchain fue enterrado en Castellón en el antiguo cementerio del Calvario, sobre el que se levantó el Paseo de Ribalta. Y ahí quería llegar yo, como final. H