Hay autónomos que no se dejan doblegar por el gravísimo contratiempo provocado por la pandemia de covid-19 que azota a nuestro país y que les ha situado en una tesitura bastante complicada para mantener en pie sus negocios. Uno de ellos es Anabel Allepuz, que pese a la considerable disminución de la actividad en su local —en el que compagina el quiosco con cafetería-churrería, ahora cerrada por el real decreto de estado de alarma— se mantiene firme ofreciendo a sus clientes un bien de primera necesidad como es la prensa escrita en el único punto de venta que tiene actualmente sus puertas abiertas en Orpesa (en la calle Ronda Mar), donde Anabel arrancó en este sector hace 15 años.

PRECAUCIONES MÁXIMAS

Este es uno de los peores momentos por el que ha pasado el establecimiento desde entonces, pero no el único. «Hace unos años sufrimos un incendio, pero sobrevivimos a él, e incluso ampliamos el negocio. Esta vez también vamos a sobrevivir al coronavirus», dice con determinación Anabel, que ha extremado las precauciones para blindarse ante un posible contagio al sufrir una enfermedad crónica que le hace ser una persona «de riesgo».

Lo que no ha podido eludir esta autónoma es tener que reducir el personal. El perjudicado ha sido su marido, que comparte con ella la gestión del local. «Hemos tenido que dar de baja uno de los dos autónomos, ya que en las actuales circunstancias solo hay trabajo para no de los dos», asume.

Además de la venta de periódicos como Mediterráneo, Anabel atendía la distribución de prensa escrita a otros locales de hostelería que ahora mismo se han visto obligados a bajar la persiana por el real decreto del Gobierno. «En mi caso, la situación se agrava por tener paralizado el tema de la cafetería y el cierre de los colegios, sobre todo a la hora de entrada y salida. Muchos padres solían hacerse el café después de dejar a los niños en el cole», explica.

SERVICIO BÁSICO

Pese a todo, Anabel agradece que el estado de alarma permita que negocios como el suyo de venta de productos de «primera necesidad» como la prensa escrita se mantengan abiertos al público. «Me satisface poder ofrecer un servicio a la gente, aunque sea mínimo, pero saben que estamos ahí por si les hace falta cualquier cosa para sus hijos, como un lápiz, una goma, libretas...», dice. «Personalmente —continúa Anabel— también se agradece poder seguir manteniendo una vía de ingresos que por lo menos me permita seguir haciendo frente a diversos pagos, como el de mi cuota de autónoma».