Jorge García es el responsable del Grupo Garcia Ballester y presidente de Asociex, la patronal de los exportadores citrícolas. Por tanto, un perfecto conocedor del sector y voz autorizada para hablar sobre la situación actual del campo castellonese, afectado por una campaña pésima; y también para apuntar las claves para que la naranja vuelva a ocupar el lugar de prevalencia que siempre ha tenido en los mercados. Asimismo, desde el próximo miércoles al viernes, se celebra en Berlín Fruit Logistica, la feria de producto más grande del mundo.

-¿Cómo se presenta esta edición de Fruit Logistica para el campo castellonense?

--En principio no hay muchas novedades respecto a años anteriores. La situación es difícil y está complicado hacer nuevas cosas, como buscar países a los que exportar, pero veremos.

-La parte importante de la campaña ya ha pasado. ¿Cuál es la importancia de este evento?

--Es una feria de fruta y verduras y acuden muchos de nuestros clientes, por lo que la importancia es estar allí, les saludas, hablas... Aquí en Castellón estamos muy centrados en las clementinas, pero cada vez la segunda parte de la campaña se va haciendo más importante y más necesaria. Las empresas no podemos subsistir con dos meses y medio de campaña, tenemos que alargarla lo máximo posible. Allí puedes ver qué hace la competencia y sopesar nuevas ideas.

-¿Por qué resulta tan complicado abrir nuevos mercados?

--Porque para exportar fruta se requieren unos protocolos entre países y el proceso es lento. La clementina es un producto que se tiene que enseñar, consolidar, y eso cuesta bastante, porque desgraciadamente el sector no tiene empresas lo suficientemente potentes para hacer una campaña de márketing en un determinado país y dar a conocer la fruta. Si hablamos de los países no europeos, la logística se complica mucho porque son viajes de 30 días, y eso hace que muchas veces cuando el producto llega al consumidor prácticamente ya se ha acabado aquí. Si hubiera un poco de colaboración de las Administraciones sería más fácil, pero en esto momento las ayudas son las que son, nulas para facilitar este tipo de acciones.

-¿Qué opina de la iniciativa de crear la figura de calidad para la clemenules? ¿Crearía interés en ferias como esta?

--No sé exactamente si es buena o mala idea, eso se verá más adelante, pero nosotros estamos apoyando esta iniciativa desde el primer momento. Si sigues haciendo las cosas como las hacías no vas a tener resultados diferentes. En otros productos ha funcionado, ¿por qué no tiene que funcionar también con las clementinas? Ahora, sí que es cierto que esto se tiene que hacer bien, se tiene que regular y se tiene que dar un producto diferenciado, porque no te voy a pagar más por él si no veo la diferencia con otro.

--En cuanto a la crisis del sector, ¿cree que son de justicia las reivindicaciones de los agricultores o matizaría algo?

-Indudablemente el tema de Sudáfrica nos ha perjudicado, pero este año hay que tener en cuenta que ha sido la tormenta perfecta. Y si nos centramos tanto en un tema puede ocurrir que nos pase lo que nos ha pasado, que vayamos a Europa y que no entienden por qué protestáis ahora cuando otros años no lo habéis hecho. El problema de la citricultura en España no es Sudáfrica. Es un problema, pero no el principal. En España hay una producción importante, pero en la cuenca del Mediterráneo también, y al final todo el mundo quiere estar en Europa. Hay países como Marruecos, Egipto y Turquía que están desarrollando planes agrícolas y ampliando las producciones a niveles increíbles. Todo esta fruta está entrando en Europa y es difícil competir con países en los que el salario de un día es el que se paga aquí por una hora. Ellos pueden meter en Europa fruta más barata que nuestra. La manera que tenemos de luchar contra esto es con calidad, servicios, formatos, paquetes diferentes...

-¿Como se solucionara la elevada producción de clemenules cuando la mayor parte de las nuevas variedades están sujetas a ‘royalties’ difícil de asumir para el pequeño agricultor?

-A partir de ahora todas las marcas y variedades que salgan llevarán royalties porque la investigación cuesta mucho dinero. Nosotros llevamos 7 u 8 años investigando variedades, tenemos 15.000 mandarinas diferentes, y sacar fruta mejor de la que tenemos es muy complicado. Todo eso se tiene que pagar y al final, lógicamente, hay un royaltie que te garantiza también que no va a haber superproducción. Lo que ocurre es que nos encontramos con una producción alta de clemenules y un periodo cada vez más corto, y los mercados más allá de primera semana de enero no quieren más clemenules porque la fruta no está ya en condiciones. La única posibilidad que hay viene del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, que está sacando variedades con royalties más baratos.

-¿Cómo se soluciona el desfase entre lo que cobra el agricultor y el precio al que se pone finalmente a la venta la fruta?

--Eso es muy difícil, y además muchas de estas comparaciones son demagógicas. La fruta que se le compra al agricultor se tiene que cortar, transportar a un almacén, seleccionar, separar por calibres, meter en una caja de cartón, cargarla en el camión hasta Alemania, llevarla a la central de un supermercado... En ese proceso, todo el mundo intenta ganarse la vida, y al final sumas y en la cadena hay mucha gente. Antiguamente la distribución que había era diferente: mucho o bastante para el agricultor y todos los demás procesos se llevaban menos.

-¿Camina Castellón hacia un modelo agrícola mucho más concentrado en manos de grandes propietarios con grandes extensiones de terrenos?

--Yo no lo veo. Los campos en la Plana están muy atomizados. Habrá gente que abandonará, habrá gente que seguirá y el año que viene será otra cosa. Nunca ha habido dos campañas iguales. El año pasado, por ejemplo, fue una campaña bastante decente.

-¿Cómo explica la inactividad de la ahora ‘resucitada’ Intercitrus y qué objetivos debe tener en esta nueva etapa?

--Yo fui presidente de Intercitrus un año y lo conozco bastante. Se acabó porque no era operativa, y eran sus mismas normas las que lo provocaban. Cada uno de los colegios que la formaban iba por su lado y la gente buscaba el interés propio, por lo que como las decisiones tenían que ser por unanimidad, era inviable. Pero Intercitrus es importante porque la UE lo que quiere es tener un interlocutor en el que todos los sectores estén representados.

-El ministro Planas ha pedido organización al sector cítrico. ¿Está de acuerdo con este análisis? ¿En qué tiene que hacer autocrítica el campo castellonense?

--En las grandes líneas, el ministro tiene razón. El sector está muy dividido, las cooperativas han ido por su lado, los sindicatos agrarios por otro. En cuanto a la autocrítica, no se ha querido reconocer que al final las empresas y los negocios tienen que evolucionar; la vida cambia. Hacer lo mismo que hacíamos hace 50 años es un poco complicado, y al final viene lo que viene.