En pleno corazón de la comarca de l’Alcalatén y a unos once kilómetros del pico del Penyagolosa, Xodos desparrama sus casas sobre la cima de un peñasco calcáreo cortado en pico. El pueblo, uno de los diez que conforman la candidatura Camins de Penyagolosa a patrimonio mundial de la Unesco, tiene 115 habitantes aunque son muchos los vecinos que aseguran que el Instituto Nacional de Estadística (INE) exagera un poco. Si uno pasea por sus calles cualquier día en invierno puede comprobarlo con facilidad. Calma total. Hay pocos ruidos que rompan el silencio. Sí hay calles empinadas y casas antiguas muy bien conservadas. También restos de un castillo y una torre insertada en una de sus murallas. Si algún visitante quiere conocer la historia del municipio, sus costumbres y sus tradiciones, puede llamar a la puerta de Iban Asensio. Es el farmacéutico de Xodos y también uno de los vecinos que voluntariamente explica a los turistas los secretos de una de las localidades con más encanto de Castellón. Y no es el único. Unos setenta vecinos de Culla, Villahermosa del Río, Ludiente, Llucena o Vistabella del Maestrat abren sus casas y negocios y explican a los visitantes los oficios tradicionales y los lugares con más encanto de sus municipios... Son embajadores de su propio pueblo.

Iban Asensio es voluntario del proyecto Camins del Penyagolosa y, además, es un enamorado de Xodos. Allí trabaja y allí decidió hace unos años dedicar parte de su tiempo libre a explicar a los demás el patrimonio de un municipio que se niega a seguir perdiendo población. E iniciativas como Camins son una ayuda importante. Un paso de gigante. «Hay que defender lo nuestro. Vale la pena hacerlo porque, en caso contrario, estamos abocados a seguir perdiendo puestos de trabajo y riqueza», cuenta este farmacéutico de 42 años que, además, coordina la labor de todos los vecinos voluntarios de la localidad.

Durante tres meses (de septiembre hasta el pasado 1 de diciembre) se han desarrollado en los diez municipios que integran Camins las III Jornadas de Centros Históricos e Itinerarios Culturales, en las que han participado más de 400 personas. Los voluntarios de cada municipio han sido los que han organizado las visitas guiadas por cada pueblo, unas rutas diseñadas para poner al descubierto el patrimonio histórico, arquitectónico y natural de cada uno de los municipios que integran la iniciativa. Se han visitado bodegas, molinos, granjas o plantaciones truferas y también se han realizado talleres y degustaciones con productos locales. Y todo gracias a los voluntarios. «Los verdaderos protagonistas del proyecto son los voluntarios y los propios vecinos de los pueblos, personas que mantiene vivas sus tradiciones y han creído en Camins desde el primer momento», apunta Vicent Sales, vicepresidente primero y responsable del área de Cultura de la Diputación.

Los mejores anfitriones

Eric Dealbert también está convencido de que los vecinos son los mejores anfitriones de un municipio, sea el que sea. Él es embajador de Culla, el pueblo en el que nació y el pueblo en el que reside y trabaja. Allí tiene su despacho de arquitectura y desde allí participa como voluntario en el proyecto Camins. «¿Por qué lo hago? Porque me parece una gran iniciativa. Si la Diputación de Castellón ha hecho este esfuerzo, los vecinos tenemos que responder y tratar de que la gente conozca nuestra localidad, sus historia, su gastronomía...», resalta este joven de 24 años.

A los embajadores rurales como Iban y Eric les gusta su pueblo y su comarca. Se les nota desde el minuto cero. Conocen rincones increíbles, costumbres y gentes llenas de sabiduría, unos atractivos turísticos que a menudo no aparecen en las guías. «Cuando descubren Culla, los visitantes se sorprenden de todo lo que tenemos y, si encima, se lo cuenta un vecino del pueblo la experiencia todavía es más positiva, pues surgen anécdotas», añade Eric Dealbert.

En Villahermosa del Río una de sus voluntarias es Andrea Martínez. Responsable de la Oficina Municipal de Turismo, esta joven de 26 años se ha encargado de enseñar a los turistas como se desarrollan los trabajos en el Centro de reproducción de Salmónidos para garantizar la cría en cautividad de la trucha común autóctona o la plantación con la que se busca recuperar las variedades de manzanas típicas del municipio. «Todas estas actividades son una buena manera de atraer público a nuestro pueblo y mostrarles nuestro patrimonio», sentencia Cristina.

Cada voluntario habla maravillas de su localidad y Carla Olucha lo hace de Vistabella del Maestrat. Este año se han encargado de enseñar a los visitantes el trabajo de la cooperativa Biopenyagolosa. «Camins es una iniciativa fantástica que nos puede ayudar a crear un turismo sostenible y también a consolidar puestos de trabajo en municipios como el nuestro», describe.

Pablo Altaba, que trabaja en la Cátedra Diputación de la Universitat Jaume I (UJI), se encarga de coordinar la labor de todos los voluntarios y se asegura que en cada visita todo salga según lo programado. «Su papel es clave pues enseñan sus pueblos como un lugar de calidad, con oportunidades, con historia y con futuro», cuenta. Y lo que más sorprende a cada uno de ellos es que el patrimonio y las costumbres de los pueblos del interior siguen siendo unos grandes desconocidos. «Tenemos grandes tesoros pero no sabemos que los tenemos», describe Altaba. «Todo el mundo sabe que en La Rioja hacen vino, pero no saben que en Les Useres también lo hacen, y de muy buena calidad», apostilla.

Los voluntarios son una pieza clave en un proyecto, el de Camins del Penyagolosa, que hace un par de años empezó una carrera de fondo para ser reconocido como patrimonio mundial de la Unesco. Un apoyo que, cuando llegue, dará el espaldarazo definitivo a unos pueblos que se sienten orgullosos de lo que son.