Con el aumento del desempleo que se produjo tras el estallido de la crisis económica, muchos ciudadanos optaron por abrir un negocio. Y, aunque ha habido de todo, muchos de los que han caído son parte de esos recién llegados a un mundo «tan complicado y sacrificado» como el del comercio. Desde la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) explicaron que los puntos de venta al por menor que no están consolidados --algo que solo se logra con el tiempo-- son los que más notan cualquier vaivén económico, por leve que este sea.
Es una tesis que corrobora la secretaria de la Confederación de Comerciantes y Autónomos de la Comunitat (Covaco) en Castellón, Tere Esteve, que manifiesta que la gerencia de un negocio «ha cambiado mucho en pocos años». «Ya no es abrir la persiana y esperar a que entren los clientes, hay que tener mucha formación en otras cuestiones como compras, negociación con proveedores o las redes sociales», que cada vez juegan un papel más importante en la consolidación de los establecimientos comerciales.
Es por ello que muchos de los que se vieron obligados a crear un negocio tras la recesión, o bien se han visto forzados a abandonar por falta de experiencia o lo han hecho atraídos por la mejora del empleo por cuenta ajena.