La desescalada ya va percibiéndose en las calles de Castelló y la ciudad va pareciéndose cada vez más, todavía tímidamente, a la de antes de la pandemia del covid-19. Sobre todo en el bullicioso centro. Allí, en pleno corazón de la capital de la Plana, se encuentra el quiosco La Farola, en la plaza de la Independencia. Carlos Tosca está al frente del negocio familiar y aunque ya de vez en cuando puede recibir alguna alegría como la breve visita de su hijo al establecimiento, lo cierto es que todavía no ha notado síntomas de nueva normalidad.

«El ritmo de ventas sigue más o menos como durante el resto del estado de alarma, muy a la baja», se resigna Carlos. Sin embargo, desde el primer día del real decreto que destacaba la distribución y venta de prensa escrita como un «bien esencial», este castellonense ha tenido clara su labor de «servicio público», que mantiene todavía con horario reducido (de 7.30 a 13.00) esperando que la reactivación de la ciudad sea un poco más notable.

Información veraz

«Notas que la gente solicita durante esta crisis prensa cercana, como Mediterráneo. Con tanta confusión y bulos con los que uno se encuentra día a día por todas partes, los ciudadanos buscan información veraz de lo que ocurre más cerca de ellos. Y eso lo da la prensa escrita y los quioscos, hasta esta fase de desescalada el único sitio donde se podían adquirir los periódicos», explica Carlos, que ha notado «dentro de la bajada de ventas general, un aumento de la demanda de periódicos, revistas y publicaciones de pasatiempos».

Durante estos meses de estado de alarma, Carlos también ha tenido momentos de incertidumbre y de dudas, sobre todo por la seguridad y por preservar la salud de sus seres queridos, los más cercanos. «Un poco de miedo sí que hay, lo reconozco. Estar en un negocio todos los días frente al público aumenta las posibilidades de poder contagiarte. Pero es un riesgo que hay que asumir para poder dar un servicio público a tus clientes, sobre todo a los de más edad y menos acostumbrados a informarse por medio de dispositivos electrónicos», comenta el responsable del quiosco La Farola.

Medidas de seguridad

Siguiendo unas mínimas pautas de higiene, Carlos considera que no hay problema para estar seis horas diarias frente al mostrador del negocio. «Fundamentalmente la mascarilla, mucha higiene en las manos y desinfectar zonas tras la entrada de cada cliente. Y, por supuesto, la distancia social. En mi establecimiento solo puede entrar una persona por turno».