El Colegio de Enfermería de Castellón ha anunciado que presentará alegaciones contra el proyecto de decreto que regula el procedimiento de acreditación para la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios de uso humano por parte del personal de Enfermería en la Comunitat Valenciana, que ayer la Conselleria de Sanidad sacó a información pública. Y es que este colegio profesional se opone a la propuesta del departamento de Ana Barceló, que tildan de «barbaridad» y de ser «una falta de respeto a la profesión», advierten.

«Siempre hemos defendido que se requiere una reforma de la ley del medicamento, no entendemos qué nos debe acreditar la Conselleria si ya estamos acreditados por una universidad», lamentó el presidente del Colegio de Enfermería de Castellón, Francisco Pareja, quien reiteró sus críticas a que un profesional de la enfermería tenga que realizar ningún tipo de formación para prescribir medicinas que se pueden comprar en la farmacia sin ningún tipo de receta médica.

En este sentido, Pareja considera que este colectivo debe tener la misma potestad que otros profesionales sanitarios como, por ejemplo, odontólogos y podólogos para poder recetar fármacos que se encuentren dentro de sus funciones habituales.

El decreto de la Conselleria obedece alas directrices marcadas desde el Ministerio de Sanidad a aplicar en todas las comunidades autónomas. Actualmente, hay cerca de 2.700 enfermeras colegiadas y cerca del 85% de ellas trabaja en la sanidad pública, por tanto, una vez entre en vigor esta medida podrán recetar determinados medicamentos.

Los requisitos que deben cumplir estos profesionales pasan por estar en posesión del título de Grado de Enfermería, de la Diplomatura de Enfermería o de Ayudante Técnico Sanitario, acreditar una experiencia profesional mínima de un año y superar un curso de adaptación.

más control // Cuando la Conselleria anunció el pasado verano que aplicaría esta medida, la propia consellera aseguró que redundaría en un mayor control de la medicación de los pacientes. «Se gana en seguridad, se reduce la automedicación y los efectos secundarios de los fármacos y disminuirá el gasto farmacéutico», explicó entonces Barceló. Otro de los objetivos es que baje la presión asistencial en los centros de Atención Primaria, reduciendo las consultas donde la única finalidad es repetir un fármaco.