«Viví el VIH o la pandemia de la gripe del 2009, pero esto no se parece a nada». Lleva cuatro décadas en un laboratorio clínico, poniendo nombre a las patologías a través de muestras microscópicas. La doctora Rosario Moreno es la jefe de servicio del laboratorio de Microbiología del Hospital General de Castellón, el encargado de analizar todas las pruebas diagnósticas del coronavirus que se efectúan en la provincia. Allí pronto se dieron cuenta del alcance de la pandemia y ahora también constatan la ralentización de la enfermedad. Mediterráneo se adentra en este laboratorio con tecnología puntera y grandes profesionales que ha visto como su trabajo, ahora más que nunca, resulta clave para el diagnóstico precoz del virus.

Las rutinas laborales se han adaptado a la crisis sanitaria y el equipo, conformado por 12 técnicos de laboratorio, dos enfermeras, un auxiliar y seis facultativos, ha sido reforzado con siete profesionales técnicos para poder hacer frente a la avalancha diaria de pruebas de coronavirus. En solo una jornada, de 12 horas para ellos, pueden llegar a analizar 200 pruebas PCR, las más fiables en el diagnóstico del coronavirus, y unos 400 tests rápidos.

La actividad es frenética en cada una de las pequeñas salas de este servicio que requiere de mayor espacio y aparataje.

El mundo, aunque a veces no lo parezca, no se ha parado y hay otras patologías que también requieren de resultados. Siguen llegando unas 600 peticiones diarias de analíticas.

Una técnica complicada

La técnica para los PCR es complicada. La doctora Moreno explica cómo han tenido que trabajar duro. Resulta «crucial» tomar bien las muestras para obtener una buena rentabilidad. «Hemos tenido que enseñar una técnica a marchas forzadas a los técnicos que se han ido incorporando. Esto no viene en los manuales», resalta la responsable del servicio.

En esto, como en casi todo en la vida, la experiencia es un grado. Con los años se adquiere destreza leyendo las muestras. Y es que la sensibilidad y especificidad de las PCR, cuyos resultados pueden tardar 24 horas, es mucho mayor a la de los tests rápidos, que se leen en 10 ó 15 minutos. De ahí que el Ministerio haya decidido contabilizar solo en el recuento oficial los nuevos casos diagnósticados mediante la primera de estas dos pruebas.

Trabajo a contrarreloj

En el mes de febrero empezaron a detectar que algo estaba pasando. Llegó el coronavirus. La lucha inicial contra la pandemia fue dura. Además había cierta carencia de material, especialmente reactivos para poder efectuar las PCR, por la gran demanda existente, especialmente, en zonas tan afectadas como Madrid y Barcelona. «Teníamos que elegir a las personas a las que se hacía la prueba, entre lo más enfermos».

Ahora la falta de material ya no es un problema, aunque existe cierta inquietud ante un repunte de las muestras a analizar cuando se entre en fase uno si los médicos de familia empiezan a prescribir la PCR a todos los pacientes con síntomas compatibles con el coronavirus.

Hasta ahora a estos casos, si no revestían gravedad, no se les testaba. Se establece un plazo de 24 horas para conocer los resultados, con el objetivo de frenar posibles contagios, aunque la propia consellera de Sanidad, Ana Barceló, alargó ayer este plazo a las 48 horas.

Estos días el grueso de las muestras se centran en el personal sanitario, los trabajadores de las residencias y los usuarios.

Visibilidad

La falta de ciertos medios y las limitaciones de espacio se intentan suplir con la entrega de los sanitarios de este servicio casi olvidado dentro del propio sistema sanitario, que ahora se reivindica como pieza clave para combatir el coronavirus. «Cuando hay algo puntual se nos hace ver, pero luego pasará porque no somos muy visibles. Somos un laboratorio muy clínico», remarca Moreno.

Además, la colaboración con otras áreas del hospital, como atención domiciliaria y riesgos laborales, es estrecha para trabajar de una manera coordinada con el único objetivo de agilizar plazos en la lucha contra el coronavirus. En este laboratorio desentrañan al virus, lo detectan, le ponen nombre. Se trata del primer y fundamental paso para saber cómo actuar frente a una enfermedad que, por el momento, no ofrece ninguna certeza.

El perfil

Bárbara Gomila (facultativa): «Ahora hay que buscar a los asintomáticos»

Bárbara Gomila es farmacéutica microbióloga. Lleva 20 años en el Hospital General de Castellón, aunque es natural de Mallorca. «Estamos viendo una ralentización, hay menos contagios y también menos gente ingresada», señala esta facultativa responsable de un grupo de trabajado encargado de mejorar la optimización del tratamiento antibiótico en el centro. Señala, como han comprobado en el laboratorio, que el colectivo más vulnerable ha sido el de los usuarios de residencias. Gomila remarca que ahora el reto es empezar la búsqueda de las personas asintomáticas.

Consuelo Pérez (enfermera): «Hemos estado desbordados ante algo desconocido»

La enfermera Consuelo Pérez es la más veterana del laboratorio. Lleva cuatro décadas en el General. Ha pasado por varios servicios y ahora en al recta final de su trayectoria profesional se enfrenta a una pandemia desconocida para la gran mayoría. «Hemos estado desbordados, ahora es cuando ya estamos organizadas para enfrentarnos a algo desconocido», asegura Pérez, quien resalta que han tenido que formar al personal para realizar las pruebas PCR, «porque no son sencillas». Por precaución, no puede ver a sus nietas y agradece el apoyo de los otros laboratorios del centro.

Silvia Pallarés (coordinadora): «El teléfono no para de sonar. Hay mucho trabajo»

«De un día para otro, hemos tenido que intentar no quedarnos sin reactivos, contar con material suficiente, distribuir al personal en tres grupos por seguridad. El teléfono no para de sonar, hay mucho trabajo», afirma la coordinadora de los técnicos de laboratorio, Silvia Pallarés, quien remarca que fue a mitad de febrero cuando todo empezó a cambiar. Esta vecina de Costur explica como están concluyendo el cribado del personal sanitario, mientras prosiguen con el de los trabajadores de la residencias y los usuarios. Un trabajo intenso el que están desempeñando a diario.

Sandra Capdevila (tco. de laboratorio): «La presión existe, yo agradezco los aplausos diarios»

«El cambio ha sido brutal, empezamos a formar a la gente porque veíamos que la cosa iba muy rápida. La presión y el estrés psicológico ha sido importante. Si nos hemos tenido que quedar más horas lo hemos hecho, hemos dado preferencia a las PCR según la gravedad de los enfermos para tener los resultados lo antes posible», señala Sandra Capdevila, técnico de laboratorio. «Cuando la gente sale a aplaudir al balcón, yo me siento muy agradecida porque estamos trabajando mucho, estoy orgullosa de lo que estamos haciendo», señala esta vecina de Cabanes.