Reglamento en mano, la normalización del topónimo de la ciudad para recuperar la forma exclusiva en valenciano -Castelló de la Plana y Grau- solo requiere de mayoría simple de la corporación para llevarse a cabo. Una mayoría que tiene ya el bipartito -PSPV y Compromís- junto con su socio del Pacte del Grau, Castelló en Moviment. Sin embargo, el equipo de gobierno quiere ir más allá en una cuestión histórica como la que se está a punto de abordar y buscará el consenso de todos los grupos para que la modificación -cuyos trámites se iniciarán tras el pleno del próximo 22 de febrero- puede persistir en el tiempo y no esté sujeta a la voluntad de cada gobierno. Por ello, representantes del equipo de gobierno instarán al máximo impulsor de esta iniciativa, el concejal de Normalización Lingüística, Ignasi Garcia, que medie con PP y Ciudadanos en busca del consenso.

Un encargo complejo, teniendo en cuenta los rígidos posicionamientos públicos que ya han manifestado desde estos dos grupos municipales. Ayer, un día después de que la alcaldesa, Amparo Marco, reconociera en la tribuna del Fórum Europa que «la reversión histórica del nombre de la ciudad ha de tener consenso, porque solo así perdurará en el tiempo esta modificación», y que «el nombre original es Castelló, es una cuestión histórica, no lingüística», PP y Ciudadanos insistieron en la misma línea marcada durante los últimos días.

Desde Compromís reconocieron que les gustaría poder alcanzar un consenso, aunque consideran que «será difícil si se sigue haciendo partidismo de un tema lingüístico e histórico avalado por informes de expertos».

«No apoyaremos el cambio de nombre por varios motivos: No es un tema que esté pidiendo la sociedad, es un debate estéril porque la lengua nunca ha sido un tema de confrontación social, solo buscan la imposición de una lengua (el valenciano) sobre otra (el castellano) en un ataque al bilingüismo por el que tanto se ha trabajado y un tema tan importante debería requerir unanimidad». Son las valoraciones de la portavoz del PP, Begoña Carrasco, quien, en un gesto de mostrar su rechazo a la propuesta del equipo de gobierno, firmó ayer una petición iniciada en la plataforma change.org que rechaza la normalización del topónimo.

En esta solicitud, que al cierre de esta edición tenía más de 800 firmas, se pide que se mantenga la denominación actual, bilingüe, y se critica que «se está intentando imponer el cambio del nombre de la ciudad sin contar con la opinión de los ciudadanos. Por todos es conocido que los que promulgan este cambio no buscan más que enfrentar a los ciudadanos y adoctrinar en dogmas nacionalistas separatistas que ya han generado conflictos en Cataluña».

Respecto a la opinión de Ciudadanos, su portavoz, Vicente Vidal, insistió en «defender la convivencia de las dos lenguas». «El cambio de nombre de la ciudad es otro capítulo más de la política de eliminación del castellano que está imponiendo el bipartito y que no responde a objetivos histórico ni lingüísticos sino de radicalismo político», aseguró.

«Desde Cs apoyamos que se fomente el uso del valenciano, pero no a costa de eliminar la otra lengua cooficial», indicó el concejal, apostando por «defender la convivencia de ambas lenguas, una realidad que en Castellón no estaba en entredicho antes de la llegada del bipartito». «Si el nombre de las vías como el topónimo solo estuviesen en castellano, seríamos los primeros en apoyar ponerlo también en valenciano».