Cada mañana, durante cinco días consecutivos, alumnos, padres y profesores de 12 colegios de Castellón han ido descubriendo que las paredes blancas e insípidas de la fachada o del patio de la escuela ya no son blancas. Prácticamente en un abrir y cerrar de ojos esos muros, antaño desnudos y sin más elementos que unos simples ladrillos, han sido colonizados por dibujos de colores de grandes dimensiones que hablan de temas como el respeto, la igualdad o la libertad. Es el proyecto Dotze Artistes, Dotze Escoles, una iniciativa de las concejalías de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Castellón, el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU) de Fanzara y l’Escola d’Art i Superior de Disseny, y que en poco menos de tres semanas ha transformado las escuelas en originales museos al aire libre.

El arte urbano, ese movimiento que tiene que ver con la conquista del espacio callejero, con la necesidad de apoderarse de entornos robados por el mobiliario urbano o por la publicidad y que tanta fama ha dado a Fanzara, ha llegado a Castellón y ha empezado por las escuelas, llenándolas de color, aunque algunos puristas se han llevado las manos (y también el espray) a la cabeza.

Enric Porcar, concejal de Educación, ha sido el cerebro de una idea inédita en la ciudad y que se engloba dentro del proyecto Pintaescola. «Se trata de una iniciativa que se basa en el embellecimiento de las escuelas a través de murales pintados por la comunidad educativa de cada centro de la ciudad. Y en esta segunda edición se ha querido hacer un salto cualitativo al implicar en el proyecto a l’Escola d’Art de Castellón y al MIAU», describe.

EL ARTISTA ENTRA EN EL AULA

Aunque a priori lo más vistoso del proyecto sean los murales que han pintado artistas de nombres tan poco comunes como Deih, Pingo Perruno, Rosh 333, Btoy, Kenor o Sabek, Dotze Artistes Dotze Escoles es mucho más que dibujos de colores que lucirán para siempre en la pared de un colegio. Quien así lo crea es que no ha entendido nada. «Lo verdaderamente importante de esta iniciativa es que los chavales han podido ver en directo como se ejecuta un mural, como es y como trabaja un artista y lo han podido ver porque durante una semana han convivido con él», cuenta Javier López, director del MIAU.

El esquema prácticamente se ha repetido en todos los colegios. Unos días antes de que el artista urbano aterrizara en la escuela, los alumnos preparaban el terreno. Buscaban información sobre su obra, sus técnicas, sus colores... «Cuando el artista llegaba al colegio, los niños y niñas conocían de sobra su trabajo. Muchos de ellos no han parado de firmar autógrafos y hacerse fotos», describe el edil de Educación.

Miguel Abellán Pincho, un grafitero de Madrid y uno de los primeros artistas que creyó en el exitoso proyecto del Museo Inacabado de Fanzara, es el autor del mural que desde este viernes corona la entrada principal del colegio Castalia de Castellón. Junto a Susie Hammer, artífice de la obra del Bisbe Climent, ha impartido talleres a alumnos de cuarto y quinto de Primaria de los dos colegios. «La experiencia ha estado genial. El trato con los niños ha sido estupendo», describe mientras da los últimos retoques a Castalia, una ninfa hija de Aqueloo a la que Apolo amaba.

Javier López insiste en que la clave del éxito del proyecto es la comunión entre alumnos y artistas. «La implicación de los colegios ha sido brutal. Todos, alumnos, padres y profesores, se han volcado en una actividad en la que los artistas han entrado en las aulas. Solo con que uno de estos chavales se convierta en un artista callejero y recuerde que todo empezó en doce colegios de Castellón esta iniciativa habrá valido la pena», sentencia.

Aunque todavía no hay nada en firme, la idea del Ayuntamiento es que el proyecto Dotze Artistes Dotze Escoles tenga continuidad en el tiempo. «La intención es repetir el proyecto en más colegios de Castellón, ya que el resultado es muy satisfactorio», avanza el concejal de Educación. Hoy, una vez finiquitada esta primera experiencia, los artistas han vuelto a sus casas. Sus murales, en cambio, permanecen imponentes en las paredes y fachadas de las escuelas de la ciudad. Tienen todo un ejército de defensores y, también, tienen detractores, esos que piensan que pintar, mejor sobre un lienzo. Ya lo dice el dicho: Para gustos, colores.