Se estaba acabando el año que nos situaba en el nuevo 2020, el de 2019, hace por tanto unos días cuando, cumplidos ya los 94 años, falleció en Castellón don Rafael Puig Granell, médico especialista en el aparato digestivo y, especialmente, proctología.

Una de las variantes de mi vida profesional me hizo coincidir con él. Y es que, cuando yo ejercía como cronista deportivo en el deporte del ciclismo, cuando era en sí mismo un popular espectáculo público. El primer contacto personal que tuvimos tuvo lugar en las fiestas de Sant Pasqual vilarrealense con la celebración de una prueba de gran renombre, como la Vila-real-Morella-Vila-real. Eran los años de los Llorens y de Mezquita, Jarque y Troncho, Juan Vicente y Esbrí. Claro que aquellos días quien estaba en lo alto de la popularidad era Federico Martín Bahamontes. Acababa de ganar nada menos que el Tour de Francia. Y a modo de chanza entre amigos yo solía decir que han sido siete las vidas que me han tocado en el sorteo. Una de ellas es la que se refiere el mundo deportivo del ciclismo. Desde muy joven fui organizador desde la OAR, delegado provincial de ciclismo como presidente de la Federación, cronista en Mediterráneo y en la emisora de Radio Castellón de la Ser, locutor animador de tantísimas pruebas en la capital y en las vueltas por la provincia y a esta faceta me refiero. Sin saber porqué, en mi recorrido micrófono en mano por sus carreteras del Maestrazgo y del Palancia, en la Plana y en el Mijares, como yo todavía no tenía vehículo propio, cubrí algunas veces mi misión de cronista reportero desde el coche de un técnico profesional como Jovino, durante varias temporadas fui feliz viajando en el coche del empresario Vicente Traver, de las Cuevas de Vinromá, vinculado con Castellón a través de su circunstancia familiar con la ferretería Dols. Solían acompañarnos en el coche, otros aficionados como el farmacéutico Ramón Fabregat y el personaje de esta página de hoy, Rafael Puig Granell, con quien el ciclismo nos hizo alcanzar una amistad que se fue afianzando en el mismo Casino Antiguo, en el que también coincidimos en tantas actividades y tertulias deportivas.

Y así hasta el reciente 28 de diciembre que falleció, a sus 94 años, y después de unas semanas de grave enfermedad.

LA VIDA. Hijo de Rafael y Carmen, nació Rafael Puig Granell el 17 de mayo de 1925 en la población Quart de les Valls, una zona rural de la provincia de Valencia, agrícola y naranjera. Siempre nos decía que su abuelo fue muy popular, descendía de Vinaròs y fue el secretario de los ayuntamientos de Almenara, Artana y Cabanes. También fue secretario de Quart, por oposición.

Consiguió el bachillerato en València, alumno libre del Instituto Luis Vives, después de muchos altibajos por la guerra civil, periodo en el que el chico aprendió además mecanografía y taquigrafía. En 1943, en València, un amplio grupo de 300 jóvenes, incluyendo también a varios de Castellón. Como nota curiosa nos contaba entonces que, en el amplio grupo, solamente había dos muchachas inscritas.

LA PROCTOLOGÍA. Entre uno y otros escenarios don Rafael me fue contando aspectos de su vida. El morbo me obliga a empezar por una de las especialidades médicas que más le atraían. Es decir, la Proctología, que es la parte de la medicina que estudia y trata de las enfermedades del recto y del ano, o sea, el culo. Un día me enseñó lo escrito por el notable y famoso médico del hospital de Londres, Lockardt Mummery. Algo así:

--Una fisura anal puede parecer pequeña cosa que se opera fácilmente, pero está lejos de ser sencilla. La reputación, el crédito y prestigio de muchos cirujanos ha sido más manchado por intervenciones sobre fisuras anales que por laparatomías. Así que ojo con algunos tratamientos…

En resumen Rafael Puig, como médico, ha querido en todo momento ser escuchado. Tanto en temas de tipo profesional, como en el desarrollo de la vida diaria.

DATOS PERSONALES. Ya como alférez provisional, las Milicias Universitarias incluidas, fue destinado a Castellón donde empezó por explicar a sus amigos que «me he injertado de castellonense y me he considerado desde entonces como un castellonero más». Las profesiones de su abuelo y de su padre le impulsaron a preparar oposiciones a médico de Registro Civil, algo de tipo administrativo, pero desistió porque la clínica y el contacto con el enfermo eran en realidad su vocación. Los consejos del insigne doctor don Juan Bellido, incluso del practicante Vicente Muriach, también influyeron. Y se acabó de decidir cuando realizó el internado durante año y medio en el Hospital Provincial junto a los que fueron entonces sus compañeros médicos, Muedra, Vila, Chermá, Barrera y Ramiro García, todos bajo la dirección de los jefes de sala, los doctores Roca y Altava.

Y, en su momento se casó con una muchacha de Faura, hija del farmacéutico, Avelina Fabregat Taberner. Y, con el tiempo, aparecieron tres hijos: Mari Carmen, Fernando y Lina, como la madre. Y he tenido ocasión de conocer a los siete nietos mayores, bautizados con los siguientes nombres: Pau, Aina, Marta, Ferrán, Isabel, Nuria y Elena.

Las primeras intervenciones profesionales del doctor Rafael Puig, tuvieron lugar en las clínicas de los doctores Palomo y Boldó. Muy famosas entonces.