Jubilado desde hace unos años, presume al decir que su familia, los Fabregat, llegaron a Castellón con el Rey Don Jaime, procedentes de Lleida. Y cuando alguien requiere de él una aclaración, proclama que pertenece a la familia Fabregat, dels de la Plaça de bous. Y es que, entre el grupito de empresarios que crearon la Plaza para inaugurarla el 3 de julio de 1887, había un Fabregat, Juan Fabregat Viché.

Una familia castellonense de mucho vuelo. Pues, además, su bisabuelo por parte de madre, fue el último Prohom Sequier Major de Castelló, nombramiento hereditario desde 1320, según consta en una Orden del Rey Pedro el Grande. Y eso equivalía a lo que en la actualidad es en Valencia el Presidente del Tribunal de las Aguas. Y hay también un Boira.

En muchos de los últimos veranos, he tenido ocasión de coincidir con él en los paseos de ambos en el entorno de la playa del Torreón, contándome sus años de infancia en la villa de sus abuelas y tías, que tanto le hablaron de los primeros tiempos de las Villas de Benicàssim, con gentes cuyos nombres y apodos eran muy conocidos. O sea, la propia historia de unas vidas humanas que forman parte de sus primeros años, de su propia infancia.

Jubilado

Hace ya varios años que se jubiló como digo de su función como médico Otorrinolaringólogo. Y me informaba de ello:

— Ahora me siento sobre todo libre y dispuesto a tener tiempo para mí y poder realizar cosas que hasta ahora no he podido. Tal vez escribir mis memorias…

A eso vamos. Yo le observo muy a menudo paseando a buen paso por las calles de Castellón de cualquier barrio o lugar. También me siento a veces junto a él en la biblioteca del Casino Antiguo para ojear o leer cualquier tipo de prensa o algún libro de Historia. O recordando el tiempo pasado:

— Castellón era un pueblo grande y tranquilo, no había apenas coches, solamente un centenar. Se jugaba en la calle, cada temporada a una cosa. Y se hacían batallas campales a pedrada limpia.

Un día me ofreció una meditación profundísima:

—No olvides nunca que hay tres condiciones fundamentales para triunfar en la vida. Primero, espíritu de sacrificio; después, fuerza de voluntad. Y en tercer lugar, gran ambición. Y añade con firmeza: «Todo el que duerme más de siete horas, no triunfará nunca». Todos sabemos de que se trata, lo de dormirse, digo.

La vida

Juan Fabregat nació en Castellón el 27 de julio de 1933. Y a los 3 meses, moría su padre de una peritonitis. Tal vez por eso, tiene recuerdos de su infancia bastante tristes. En la posguerra civil fue alumno del colegio Herrero. Y en 1944 ya ingresó en el Instituto Ribalta para hacer el bachillerato. Era un chiquillo cuando en 1945 empezó la nueva etapa de las Fiestas de la Magdalena. Lo recuerda con embeleso.

— ¿Porqué decidió ser médico?

— Cuando terminé el bachiller en 1951, no tenía una vocación clara y ese verano cambié de parecer varias veces hasta que siete compañeros del curso fuimos a ver una película inglesa que trataba de estudiantes de Medicina. Allí mismo nos decidimos los siete por la carrera de Medicina, pero luego de matriculados en Valencia nos pusieron un curso preparatorio con Matemáticas, Física, Química y Biología. Fue una gran decepción porque las Matemáticas no me gustaban, ya que de lo contrario habría sido arquitecto, una vida diferente.

Cuando llegamos a Valencia a estudiar Medicina aún había cartilla de racionamiento y estuvimos viviendo en pensiones muy flojas, ya que todos íbamos cortos de dinero en aquel tiempo.

La familia

Su idea era hacer Cirugía, pero en 1955 se ennovió con María Amparo Campos, hija del famoso otorrino doctor Campos. Y fue él quien ilustró al chico en el ejercimiento de la Medicina y la Otorrinolaringología, que entonces siempre tenía las consultas más nutridas debido a la gran cantidad de infecciones que había. Y para completar su formación, al terminar la carrera, tomó la decisión de ir al Hospital Clínico de Barcelona, a la cátedra del famoso doctor Adolfo Azory, con quien estuvo dos años. Al regreso a Castellón se incorporó de nuevo con su suegro para operar con él y hacer manos. En 1961 alcanzó plaza de Otorrino de la Seguridad Social y de Montepios.

La vida del médico cambió totalmente y para bien, el día que contrajeron matrimonio, en Lledó y junto a la Patrona, María Amparo Campos Valero y Juan Fabregat de Francia. Tuvo lugar el día 26 de julio de 1961.

Observé su cara de felicidad cuando me lo decía. Y, además, me dijo esto:

— Todo lo que he hecho en esta vida ha sido para mi gente, siempre pensando en ella. Mi mujer ha sido mi instrumento y enfermera todo el tiempo, fundamental para mí en todo tipo de órdenes, afectivos o no. Mi madre ya me lo dijo: «gracias a tu mujer has hecho lo que has hecho».

Las cosas claras

Recuerdo ahora que observo cómo se acaba la página, que le rogué que me hablara de sus hijos. Y me dijo algo así:

—Tengo un hijo, Juan José, que es Economista; una Otorrino, lo mismo que yo, Amparo ha heredado mi profesión, mi consulta y algunos de mis pacientes.

Tengo también una hija, Inmaculada, que es Bióloga y Monja Carmelita; otro es Doctor Ingeniero Agrónomo, Tomás; y la pequeña, María José, que fue en una Magdalena Na Violant d’Hongria y que ahora es Ingeniero Técnico en Diseño Industrial. Estoy muy orgulloso de ellos.

Me completaba su historia asegurando que no tuvo dificultades para establecerse con su consulta particular, además de su puesto en la Seguridad Social. A los 30 años ya tenía conocimiento de las últimas técnicas de la época, ya que mucho aprendió en su estancia durante tres años tanto en Barcelona como en Madrid, donde coincidió con el doctor Antolí Candela. Después aún hizo el curso estrella de Audiocirugía y se convirtió en un especialista para operar a personas sordas. En 1965 ya se compró un Microscopio Quirúrgico, como una novedad decisiva para su profesión. Tal vez por ello cuando en 1967 se inauguró la Residencia Sanitaria, hoy Hospital General, ya se incorporó como operador incluido en el equipo médico.