Gracias a la aplicación de algunas de las metodologías desarrolladas en el proyecto SILIFE, coordinado por la Universitat Jaume I, especialistas internacionales lograron reducir en alrededor de un 80% la toxicidad del cuarzo tratado presente en la Sílice Cristalina Respirable (SCR), tras haber realizado diversas pruebas a escala industrial en distintos sectores productivos. La exposición continuada en entornos laborales ante la Sílice Cristalina Respirable causa dolencias como la silicosis, que potencialmente podía derivar en otras enfermedades, por lo que la Unión Europea pidió elaborar una serie de estudios sobre el impacto.