La economía de Castellón mira al extranjero y, porprimera vez desde la crisis, lo hace con preocupación. La exportación fue la palanca a la que se agarraron las empresas cuando la economía española se derrumbó debido al sobrecalentamiento del sector inmobiliario. Durante diez años, la provincia ha escrito una historia de éxito, pues sus ventas en el exterior crecieron sin parar. No obstante, los datos disponibles (hasta mayo) evidencian que la situación ha cambiado, pues por primera vez en una década el volumen de pedidos de terceros países va a la baja. El descenso por ahora es suave, de tan solo el 1,25%, pero lo que más preocupa es la acumulación de factores de riesgo procedentes de distintos puntos del planeta.

La guerra comercial y de divisas entre Estados Unidos y China, con una nueva escalada de tensión esta misma semana, o el brexit son quizá los dos elementos más visibles de un fenómeno más amplio: la deriva proteccionista. Pero hay más, pues el mantenimiento del veto ruso a los productos agroalimentarios, que se mantiene desde el 2014; la amenaza de Trump de imponer aranceles a las clementinas, o el incremento de las investigaciones antidumping al azulejo son cuestiones que deben situarse en la misma línea.

SECTORES A LA BAJA // Castellón ya está pagando las consecuencias de esas múltiples barreras al libre comercio. En los seis primeros meses del año, las compañías de la provincia exportaron por valor de 3.409 millones de euros, una cantidad sensiblemente inferior a la del mismo periodo del 2018. El azulejo logra mantener los números verdes, pero hay varios sectores que lo están pasando mal, entre los que destacan algunos como son las fritas y esmaltes (-7%), los cítricos (-8,4%), y los productos químicos (-11%).

Lo peor es que, a tenor de los últimos acontecimientos, la situación está muy lejos de mejorar. Al contrario, la devaluación del yuan chino y la respuesta de Donald Trump, calificando al gigante asiático de «manipulador de divisas», auguran un enfrentamiento prolongado en el tiempo. El veterano economista castellonense Enrique Domínguez cree que existe riesgo de que este conflicto derive en una «recesión mundial» en la que nadie, tampoco los productos de la provincia, saldrían bien parados.

Si los dos territorios confirman su guerra de divisas, una primera consecuencia es que exportar a ambos países será más difícil, pues sus empresas se verían obligadas a comprar más caro. Y, tal y como advertía recientemente el responsable de Internacionalización de la Cámara de Comercio de Castellón, Joaquín Andrés, las decisiones de Trump colocan a las firmas provinciales en una «situación desconocida». Domínguez incidió en esta idea al asegurar que la sensación de «inseguridad» es creciente y muy perjudicial para una actividad como la exportación, en la que muchas firmas se juegan su cuenta de resultados.

4.000 EMPRESAS // El «entorno internacional crecientemente complejo» que describen las fuentes citadas preocupa de forma creciente a las casi 4.000 firmas de Castellón, que son las que el año anterior lograron colocar sus productos en terceros países. Esta cifra se ha incrementando en más de 500 durante un último lustro de crecimiento que ahora muestra síntomas de agotamiento.