Los expresidentes de la Junta de Festes --desde 1993 hasta el 2015-- han hecho un frente común contra la politización y control municipal de este ente y reivindican la autonomía del mismo para gestionar y organizar las fiestas.

De esta forma, Sixto Barberá (1993 y 1994), Juanjo Pérez Macián (1995 y 1996), Raúl Pascual (desde 1997 al 2000), Pere Pau Montañés (2001 y 2002), Jesús López (del 2003 al 2015) y Juanvi Bellido (entre 2016 y 2018) --este periódico también se puso ayer en contacto con Sebastián Pla (1989 y 1990) aunque no pudo recabar su opinión porque se encontraba fuera de España-- se suman a la actual presidenta en funciones de la Junta, Noelia Selma, quien defiende los 30 años en los que la entidad --formada por gent de la festa-- ha gestionado la organización de las fiestas de Castelló y, en especial, la Magdalena.

JUSTIFICACIÓN DE FACTURAS / Todos ellos coinciden en señalar que en sus respectivas presidencias tenían «independencia y autonomía para administrar el presupuesto y la organización de los actos, aunque, como es normal, se presentaban y justificaban todas las facturas en el Ayuntamiento de Castelló, ya que la Junta es un ente municipal».

Sixto Barberá recuerda que, como presidente, se reunía con el entonces concejal de Cultura, Miguel Ángel Mulet, y con Víctor Falomir para comentar diversos asuntos «pero la Junta siempre mantenía la libertad para trabajar en la programación». «Había un vicepresidente económico que se encargaba de los contratos con un presupuesto de más de 2 millones de euros y luego justificaba los gastos ante la Intervención municipal», dice Barberá, quien confirma que las fiestas «salían bien y se llevaban a cabo por los festeros».

REIVINDICACIÓN / En el mismo sentido se pronuncia Juanjo Pérez Macián. «Nosotros teníamos potestad absoluta, buscábamos patrocinadores para los actos cuyas aportaciones se sumaban al presupuesto municipal, llevamos la contabilidad que aprobaba el Patronato de Fiestas», afirma. Este expresidente confirma que los Estatutos del 88 «contemplaban dar la autonomía de la gestión para el món de la festa».

Raúl Pascual destaca que su relación con el Ayuntamiento «estaba basada en el respeto y el diálogo y hoy en día la Junta solamente puede proponer y no decidir pero para hacer fiesta hay que contar con los festeros». Además, reivindica que, quizá el actual Consell Rector del Patronat «no cuenta con suficientes representantes de la Junta en el mismo». «Nadie del consistorio nos impuso nada en ningún acto», confirma a este diario.

Pere Pau Montañés cogió las riendas del ente y recuerda que el consistorio les asignaba un presupuesto y luego justificaban también las facturas de las contrataciones. Por lo que se refiere al programa, su Junta lo organizaba y le daba el visto bueno el Patronato además de mantener reuniones semanales con el concejal de Fiestas de entonces.

Por su parte, Jesús López defiende que «las cuentas de las que nos encargábamos, alrededor de 1,2 millones de euros, tenían superávit». «Organizábamos, contratábamos y gestionábamos», destaca, tras reivindicar también la autogestión para la Junta de Festes. «No tiene lógica que contrate gente que no sabe de fiestas», afirma. El penúltimo presidente, Juanvi Bellido, vivió ya otra época. «Era el Patronato el que convenía los actos y no dejaba hacer casi nada a la Junta, solamente propuestas», destaca Bellido, quien exige la autonomía en lo que se refiere a la organización y la estructura de la semana grande de la capital de la Plana.