Para muchos, son unos inconscientes. Para otros, unos héroes. Todo depende de a quién se pregunte. Tener un hijo o dos no es fácil (ni barato) y mucho menos lo es tener tres, cuatro, cinco... y hasta ocho. Quienes se atreven a dar el paso y formar una extensa familia asumen, multiplicado, el riesgo y el desembolso que supone la crianza de un hijo. Hay demasiadas cosas en contra, por eso no resulta nada extraño que buena parte de las parejas consideren que, tal y como está la vida, tener muchos niños es una locura. Y el escenario económico actual, con una tasa de paro juvenil que todavía supera el 50% y con salarios que no acaban de recuperarse. Nada resulta sencillo y eso explica por qué, en Castellón, los hogares formados por una pareja y tres o más hijos se han reducido a la mínima expresión en las últimas décadas. Ya no están de moda. Porque lo mayoritario ahora son las parejas sin prole.

La primera evidencia de que las familias numerosas han ido claramente a menos en Castellón la aporta el Instituto Nacional de Estadística (INE). Hoy, los hogares de la provincia compuestos por una pareja (matrimonio o unión de hecho) y tres o más hijos apenas suman 5.400. Hace quince años eran 8.737. ¿Consecuencia? En década y media este tipo de hogares ha caído nada menos que un 60%. Y otro apunte más: de las 5.400 familias numerosas de la provincia, el 83% están formadas por los progenitores y tres hijos. Solo una minoría dentro de la minoría se atreve con cuatro o más vástagos.

De los 78.400 hogares de Castellón formados por una pareja con hijos, la fórmula mayoritaria es la de un solo vástago (38.300). Cada vez más niños de la provincia crecen sin hermanos y los pronósticos a medio plazo son que este porcentaje aumente. En otros 34.700 convive la pareja con dos descendientes y solo el 6,8% de los hogares está integrado por tres o más hijos.

Pero, ¿por qué hay cada vez menos familias numerosas? ¿Por qué quienes deciden tener tres o cuatro hijos son vistos como una especie de bichos raros? Las respuestas tienen que ver con la crisis, pero también con los cambios sociales. «La sociedad, en general, se ha acomodado mucho y tener hijos es una responsabilidad muy grande», apunta Antonio López, padre de cuatro niños y desde el pasado septiembre presidente de la Asociación de Familias Numerosas de Castellón (Fanucas), una entidad que este año se ha marcado como objetivo de darse a conocer más en la provincia e incrementar el número de socios

Tener un hijo implica resposabilidad y también un importante desembolso económico. Estudios como el de la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceacu) concluyen que cuesta entre un mínimo de 98.205 y un máximo de 310.274 euros. Las cifras se disparan si en vez de uno, son tres, cuatro o cinco. «Ventajas económicas tenemos muy pocas. Es cierto que pagamos menos IBI porque la mayoría de los ayuntamientos aplican descuentos en este impuesto. También hay rebajas en el transporte, en tasas universitarias y poco más. Somos el motor de la sociedad, pero nos sentimos desamparados», añade el presidente de Fanucas.

CONCILIAR ES DIFÍCIL // El dinero influye, pero no es lo único. El otro gran obstáculo es la dificultad que todavía existe para conciliar trabajo y familia. Un dato. Más de la mitad de estas familias considera la conciliación como la principal dificultad, según una reciente encuesta de la Federación Española de Familias Numerosas. «Se ha avanzado algo, pero todavía sigue muy complicado unir trabajo y familia», argumenta a este diario Antonio López.

La inestabilidad laboral y la falta de políticas de conciliación están detrás de otro fenómeno que también tiene mucho que ver con la decadencia de las familias numerosas: el retraso de la maternidad. Hoy, en Castellón, la edad media en la que la mujer tiene a su primer hijo se sitúa en los 30 años. Hace cuarenta años era a los 25. Lógicamente, a más edad, menos posibilidad de tener un mayor número de hijos.