El pan y la sal como símbolo de bienvenida. La alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, les recibió con todos los honores. Melchor, Gaspar y Baltasar descendían de la embarcación que los traía de Oriente y bajaron a la escalera real de la plaza del Mar. Bullicio y felicidad en los rostros de los miles de niños castellonenses que veían con sus propios ojos a los Reyes Magos.

Tarde de nervios y manos inquietas de infantes cogidas, atrapadas, deslizadas y acariciadas a la de sus padres. Segundos de sensaciones perfectas que solo se encierran en los corazones. Un año más, y así fue en el distrito marítimo, puerta de entrada por el mar de Castellón que comenzaba a vivir las horas más hermosas del año con la ilusión entrelazada con la brisa y el salitre, con el tiempo y la palabra y el verso de la melancolía de que un día fuimos niños.

También estuvieron presentes la reina infantil de las fiestas de Castellón, Lucía Burguete Alcaide, sus damas de la corte de honor, así como otra ilustres autoridades que quisieron recibir a las dignidades reales.

Sabios y elegantes, cariñosos y sonrientes, los Magos de Oriente repartieron caramelos y saludaron a una grey infantil de emoción contenida, de lágrimas en los ojos, de esperanza. Los niños, como, Cio Cio San en Madama Butterfly, no se cansan nunca de esperar.

Y desde hace días que esperan a los Reyes Magos. Sueñan con ellos. Anoche, se fueron a dormir con el dulce respirar de un despertar de algodón de azúcar em forma de juguetes. Los sueños se cumplen si se cree firmemente en ellos.