Miren bien la imagen de arriba porque este año no se va a repetir; los festivales de música se quedan en casa hasta el 2021. Si algo está claro es que la pandemia del coronavirus ha desinflado la oferta festivalera de la provincia, aplazando una temporada la celebración de los eventos más multitudinarios.

Castellón goza de una idiosincrasia dedicada a los conciertos para todo tipo de gustos, edades y bolsillos, ramificados en tres grandes citas, el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), el Arenal Sound de Burriana, y el Rototom Sunsplah, también en Benicàssim, donde los encuentros entre público y música son espectaculares, alcanzando una media de 300.000 espectadores y un impacto económico superior a los 40 millones de euros.

La diputada de Turismo, Virginia Martí, se pronunció en este sentido. «El verano de 2020 pasará a la historia como el verano más complicado para el turismo. Estos festivales suponen un reclamo internacional y nacional de primer orden, y haremos todo lo posible para aguantar el tipo. Hemos invertido 2,8 millones en un plan de choque para paliar los efectos», declaró a Mediterráneo.

El ambiente es incierto, la realidad es otra, y cientos de miles de jóvenes que aterrizan en esta provincia para disfrutar de esta combinación exquisita de playa y conciertos se han quedado con la miel en los labios hasta el 2021 para ver artistas como Foals, The Lumineers o Martin Garrix, (FIB) Daddy Yankee o Black Eyed Peas (Arenal), Barrington Levy o Alborosie (Rototom) entre otros, tras el batacazo que supuso el covid-19.

Eso sí, por el camino, este verano encontrarán a muchos supervivientes, valientes que se han adaptado a las nuevas normas y mantienen con vida la agenda musical, ya que durante esta nueva normalidad, los amantes de la música en vivo tendrán que nutrirse de la eclosión de ciclos y pequeñas citas que han florecido entre los restos del naufragio a modo de alternativa viable. Todo ello gracias al hombro que arriman locales e instituciones para dar alma y sentido a la época estival castellonense, donde sí tienen cabida algunas iniciativas --provistas de las medidas de seguridad sanitaria-- como las Nits d’Estiu de la Magdalena, el Mar de Sons del Grau o el Festival de Jazz de Peñíscola, entre otros.

Impacto económico

La celebración de estos macroeventos mueve millones de euros y crea miles de empleos en la provincia. La ausencia de los mismos este año, hará que instituciones, empresas y autónomos dejen de ingresar cantidades con las que, en casos particulares, sobrevivían todo el año. Pese a que resulta «difícil cuantificar el impacto final de la crisis», más aún cuando el escenario cambia día a día, Virginia Martí explicó que desde Excceltur (Alianza para la Excelencia Turística) pronostica un impacto de «cerca de 10.000 millones en la actividad turística de la Comunitat , lo que supone que Castellón asumirá también su cuota de pérdidas».

Respecto a la previsión cara al próximo verano, desde la Diputación de Castellón están «convencidos que, necesariamente, esta crisis va a traer consigo cambios que se quedarán con nosotros para siempre. Entre ellos, a día de hoy las evidencias ya nos demuestran que los turistas buscan destinos menos masificados y más sostenibles, condiciones que permiten a nuestra provincia posicionarse de forma destacada en el nuevo mercado turístico poscovid y estamos preparados para aprovechar esta circunstancia», expresa Martí.

La organización

La empresa The Music Republic, que adquirió la propiedad del Festival Internacional de Benicàssim tras la edición del 2019, no ha podido estrenarse en la celebración de este mítico festival a causa de la crisis del coronavirus, que también se ha llevado por delante otros grandes como el Sónar de Barcelona (junio) o Mad Cool de Madrid (principios de julio).

Los hermanos David y Toño Sánchez, gestores de otros festivales como el Arenal Sound de Burriana, el Viña Rock, Festival de les Arts, Granada Sound o Interestelar Sevilla, anunciaron al finalizar el FIB 2019 la adquisición de la marca y comenzaron a organizar el evento musical de este 2020 para lo que, según decían, iban a mantener la esencia del FIB. Con ello, habían podido fulminar nada menos que 40.00 abonos para la edición 2020, que ahora tendrán que devolver o, como en la gran mayoría de casos, apuntan, canjear por el pase del 2021.

«Es un proyecto nuevo en la empresa al que dedicamos todo el esfuerzo del mundo. Llevábamos más de 40.000 abonos vendidos cuando tuvimos que cancelar la presente edición. Iba a ser todo un éxito. Lo importante es que hemos recuperado la confianza del público», declararon al periódico Mediterráneo. «Es una situación complicada para todo el sector de la cultura en general y de la música en directo en particular. Nos encontramos trabajando ya en el próximo año, esperanzados de que la vacuna llegue lo antes posible y nos permita seguir celebrando festivales», apuntaron, haciendo evidentes las ganas que le ponen a su trabajo. «Gran parte del cartel --uno de los mejor valorados-- se mantiene, pero habrá novedades», matizan desde la organización.

Festivales de música, muy pronto volveremos a vernos.