Todos tenemos un lugar para recordar en el recuento de nuestras vidas, nuestros sucesos y experiencias. Nassiet d’Atzeneta y Humildad de Benafigos, se enamoraron cuando él empezaba a saber ‘que era eso de la vida fuera de casa’ y ella era una niña. Después de su encuentro en el jolgorio de una fiesta en Benafigos, apareció el clásico flechazo que, de un modo especialmente emotivo, les volvió a encontrar a la sombra de aquel majestuoso árbol, un ficus (de 1913), en la plaza María Agustina de Castellón. Su bellísima forma estructural de entonces y su espectacularidad, ayudaron a que los chicos volvieran a encontrarse cara a cara varios años después para renovar su amor.