Agosto, y sobre todo las fiestas de agosto, dan oxígeno a los pueblos de Castellón. A todos en general, y a los más pequeños en particular, que llegan a multiplicar el número de vecinos censados. En la próxima quincena, con fiestas en más del 70% de los municipios de la provincia, se dará una tregua a la despoblación que lastra el interior, especialmente a comarcas como Els Ports, Alto Mijares, Alto Palancia, Baix Maestrat y Alt Maestrat, con los festejos patronales y la vuelta a los orígenes, al pueblo de padres, abuelos o tíos, como reclamo.

Toros, verbenas y cenas de sobaquillo llenarán calles y plazas que el resto del año están casi desiertas. Y llenarán también las cajas de restaurantes, casas rurales, hoteles o tiendas que hacen en estos días su agosto. El impacto económico de estos días es vital para algunos municipios, por ello los propietarios de los negocios (escasos) apenas descansan. Los ayuntamientos velan para cubrir todos los servicios.

pueblo a pueblo // La comarca de Els Ports es quizá la que más ve incrementar su población durante los meses de verano. Además, en algunos pueblos el aumento de habitantes es de hasta un 2.000%. Es el caso de Xiva de Morella, que pasa de 20 personas en invierno a 400 en verano. Lo explica José Luis Grau, enlace municipal de la pedanía de Morella. «En verano, Xiva se llena de vida. Llegan las personas que conservan sus casas, los que por motivos laborales no pueden residir todo el año. Son días de convivencia, el pueblo recobra la vitalidad que nunca debió perder».

En otros casos, el crecimiento de población es de más de 10 veces, como en Herbés que pasa de 41 personas en invierno a más de 450 durante la segunda quincena de agosto con motivo de las fiestas mayores. Al respecto se expresa el alcalde, José Pallarés, «estos días y sobre todo la semana que viene con las fiestas, Herbés está hasta la bandera. Son días de mucha gente, y aunque se rompe un poco la tranquilidad invernal, siempre se agradece ver las calles concurridas». Otro de los municipios que ve llenarse sus calles es Vallibona. En esta pequeña urbe del interior pasan de 100 a 1.000 habitantes, en Castell de Cabres, de 17 a 100; en la Mata de 150 a 600 personas, y en Cinctorres de 400 a 2.000. Informa: Javier Ortí.

La de Ares es otra historia similar. Sin tienda desde hace más de año y medio y un solo bar, se las ingenian para absorber a las más de 400 personas que llenarán el pueblo durante las próxima quincena, cuando el resto del año son 40 vecinos en el núcleo urbano y otros 60 en masías. Lo que más tienen son plazas de alojamiento, 174, casi tantas como vecinos censados. «Solo tenemos un bar, dos días a la semana viene el panadero y, ahora en verano, otros dos se hace el mercado ambulante», asegura su munícipe, Abelardo Tena. «Para comprar comida hay que ir a Vilafranca, a 12 kilómetros». «Pero en vacaciones, la gente tiene mucha paciencia y se agradecen unos días con mucha vida en el pueblo», relata Tena. Reconoce, sin embargo, que la gran cantidad de visitantes puede llegar a estresar a quienes viven todo el año. Exprimen todos sus recursos, con rutas a las pinturas rupestres y visitas a los antiguos molinos de la localidad.

ADAPTADOS AL VISITANTE // Culla llegará en los próximos días a los 2.000 residentes, con apenas 500 empadronados, pero no tiene los mismos problemas de logística que otros pueblos de la provincia, «porque somos un municipio con muchos servicios, ya que recibimos a visitantes no solo estos días, sino también durante los fines de semana de todo el año, y en Semana Santa», reconoce su alcalde, Víctor Fabregat.

«Tenemos siete restaurantes y tiendas que adaptan sus horarios al turismo. Algunas solo abren de viernes a domingo y descansan el resto», indica Fabregat, inmerso en plenas fiestas patronales en honor a El Salvador, la Asunción y Sant Roc, que tirarán aún más del turismo hasta el domingo.