El boom inmobiliario y la alegría con la que las entidades financieras daban créditos al consumo antes de la crisis --y con la que muchos los adquirían-- provocó que, en septiembre del 2008, en la provincia de Castellón empresas y particulares llegaran a tener una deuda con los bancos de 26.576 millones de euros. No era solo que los ciudadanos pidieran dinero prestado para unos pisos cuyos precios estaban por las nubes, sino que era posible obtener un crédito para el coche nuevo, el último modelo de teléfono o para pagar a plazos el crucero de las vacaciones. En la actualidad, el panorama es muy distinto y en la última década la cantidad prestada ha ido descendiendo sin pausa hasta llegar a la mitad.

Según los últimos datos del Banco de España, correspondientes al tercer trimestre del 2018, el dinero que particulares y compañías deben a las entidades asciende solo a 12.029 millones. Ese descenso tuvo dos fases, una primera marcada por una caída brusca --entre los años 2011 y 2013 el descenso fue de más de 6.500 millones de euros-- y la segunda, en la que todavía se encuentra inmersa la provincia, de descenso más moderado pero constante. El último año es un ejemplo, con una bajada de 1.240 millones.

HIPOTECAS MÁS BAJAS // Ese retraimiento del saldo vivo de los créditos se explica por muchos factores, pero las fuentes consultadas destacan uno por encima de todos: el pinchazo de la burbuja provocó unos cambios profundos en el mercado inmobiliario que se han consolidado. Aunque la banca ha abierto el grifo --con moderación--, ya no se conceden tantos créditos para hipotecas y la cuantía de los que se otorgan no tiene nada que ver con la de hace apenas diez años. Los datos hablan por sí solos. El importe medio de las 406 hipotecas aprobadas en Castellón en noviembre del año pasado --último del que hay cifras-- fue de 79.884 euros, mientras que en el mismo mes del 2008 las entidades financieras dieron el ok a 762 préstamos --casi el doble-- a razón de 112.229 euros.

En paralelo, las fuentes consultadas explican que las empresas de la provincia --también muchas familias-- todavía no han completado ese proceso de desapalancamiento iniciado de forma brusca en los años más duros de la crisis. «El nivel de endeudamiento se reduce porque firmas y particulares se esfuerzan en quitarse de encima esa deuda que lastraba su recuperación», aseguró el economista Enrique Domínguez.

SALIDA PRECARIA DE LA CRISIS // Es decir, existen muchos créditos que se acaban de pagar sin que el ritmo al que se firman los nuevos préstamos sea capaz de aumentar ese saldo vivo. «La salida de la crisis se ha conseguido con una precarización muy importante del mercado laboral, de forma que muchos ciudadanos tienen que ir con pies de plomo a la hora de plantearse cualquier compra que suponga pedir dinero al banco», añadió Domínguez. Este razonamiento vale para los inmuebles, pero también por ejemplo para los vehículos. Mediterráneo publicó recientemente que el uso de vehículos de renting se ha disparado un 31% en un año.