Fuego purificador. Tradiciones paganas que se cristianizaron con el origen perdido en la noche de los tiempos. Seres imposibles en la constante lucha del bien y del mal. También celebraciones antonianas en el Grao, con la Trobada de Bestiar Domèstic, que llega a su decimosegunda edición, organizada por Botafocs, con la colaboración de Dolçainers i Tabaleters del Grau, Grup Illes Columbretes y El Mussolet. Prestancia y juegos en una jornada de brumas y de ensueños de un enero que nunca acaba.

Desde primeras horas de la tarde, las calles del distrito marítimo se vieron inundadas-atemorizadas-vanagloriadas por figuras espectrales. Unas, las anfitrionas L’Haca Traca Alamalafa y els cabuts Els Dimonis de l’Antifaç, y otras invitadas, como El Peix de Bellmunt, del Priorat; la Vaca de Vacarisses, del Vallés Occidental y los gigantes Lilith y Nemrod, de Barcelona. Profanos espíritus danzantes frente a la vida y milagros del santo antoniano, que fueron representados como axioma de bondad y virtud. Y, por supuesto, la bendición de los animales y el reparto de els rotllets. Fiesta ejemplar de rituales y cadencias. De protocolos incandescentes como el fuego al que se rinden honores, en una festividad de Sant Antoni en el Grao cada vez más numerosa y creciente, más amable y dulce, más cautivadora y atrayente.

Sant Antoni del porquet en toda su extensión y con su máximo esplendor como antaño, cuando el pueblo escrutaba sus ancestros y en la memoria reververaban leyendas y acciones; el rito anual de lo imaginado.

IMAGINARIO COLECTIVO // Y es que en Castellón capital no se puede entender la rescatada fiesta antoniana sin el concurso de Botafocs que hace posible todos los años la comunión excitante del fuego provocador y partisano con personajes que pertenecen al imaginario colectivo.

El pueblo dicta las tradiciones. Y tras envolverlas en papel de celofán, las devuelve al propio pueblo para convertirlas en demiurgo y amuleto, pasión entregada de pólvora y viento. Como Sant Antoni. Con Botafocs.