En la provincia de Castellón, la práctica totalidad de las fiestas que están anunciando su suspensión llevan aparejada una programación taurina, lo que supone que los ganaderos están viendo cómo cancelan paulatinamente los espectáculos que tenían previstos. De no encontrar una solución para la organización de estos actos --por regla general multitudinarios--, calculan que podrían dejar de ganar unos tres millones de euros, solo con reses de corro, sin contar las exhibiciones de cerriles.

Según datos facilitados por la Federació de Penyes de Bous al Carrer de la Comunitat Valenciana, entre los meses de enero y diciembre, en esta provincia se llegan a organizar 4.900 festejos. Con facturaciones que oscilan entre los 600 y 1.200 euros (dependiendo de la categoría de la ganadería y del tipo de espectáculo), si se cumplen las peores expectativas las pérdidas acumuladas estarían entre los 2,5 y los 3,5 millones de euros. El agujero podría ser irreparable en muchos casos.

Con todo, el presidente de la Federació, Vicent Nogueroles, envía un mensaje de esperanza a los profesionales: «Estamos peleando para que no se pierda la temporada estival. No se trata de hacer las fiestas por hacerlas, sino de salvar al sector» y el movimiento económico que genera.

NEGRO PANORAMA / Javier Tárrega, El Gallo (Moncofa), no ve razones para el optimismo: «Cada día que pasa más pienso y más mal lo veo». Con 200 animales, los gastos no disminuyen y los ingresos «son 0». De momento, está a la espera, intenta no pensar en negativo, pero la posibilidad de «perder las 120 exhibiciones previstas, es difícil de asumir».

No son pocos los que piensan en el sacrificio para reducir costes, aunque ahí surge un segundo problema: algunos mataderos ya no admiten más carne.

Miguel Parejo (Cabanes) es aún más pesimista. Con 300 ejemplares, solo entre marzo y mayo tenía contratados 25 festejos. Hace poco sacrificó 10 reses, una decisión dolorosa, pero dice que dejará «lo justo, porque en estas circunstancias no se puede aguantar», no tienen «ninguna ayuda».

La crisis no es distinta al hablar de toros cerriles o de plaza. Daniel Ramos, conocido ganadero de reses de lidia, asegura que cada animal cuesta de mantener 1.200 euros al año, pero no está «en el momento de plantear el sacrificio», porque daría «al traste con todo el trabajo de cría realizado hasta ahora», asegura.

Raúl Sánchez, del conocido cebadero de la Vall d’Uixó Finca del Pinar, se ha quedado con 15 toros que adquirió para esta temporada, no sabe si se exhibirán «y aunque llegara a venderlos en unos meses, no compensará el sobrecoste que van a generar».

En la misma circunstancia está Sergio Centelles (Catí). Teme que aunque se retomen los actos a partir de agosto, las medidas de seguridad y distanciamiento impuestas lleven a los organizadores a desistir de celebrarlos «porque sean inviables». A la pregunta de si ha calculado las pérdidas, afirma: «Ya veremos cuando pase la temporada, porque da verdadero miedo pensarlo».