Cuando me incorporé laboralmente a la librería Armengot, en 1957, ella todavía no había entrado en el círculo de novelistas de los que suelen participar, con o sin seudónimo, en las convocatorias de los premios de cierta resonancia, que impulsan a los medios informativos más o menos especializados, pero, claro, la información privilegiada que hasta mí llegaba, me hizo dirigir la atención hacia aquella muchacha que solía escribir en algún que otro periódico, porque la verdad es que yo me había enterado muy pronto de que en 1943 había contraído matrimonio con el que entonces ejercía como director de nuestro periódico Mediterráneo, Eliseo Feijoo. Y porque no tardó mucho tiempo en volver a Castellón en varias ocasiones y venir a dar un vistazo por la librería. Cambiamos alguna que otra impresión y no volví a acordarme demasiado de Concha Alós hasta que ganó el Premio Planeta con la novela Las hogueras. Ya entonces no era difícil hablar de ella cuando se hacía de mujeres novelistas como Carmen Laforet, la Martín Gaite, Elena Quiroga, o mi amiga Ana María Matute.

Ahora vuelve Concha a mi lado de la mano de la joven Amparo Ayora del Olmo, doctora en Filología, que me entrega su libro biográfico con una dedicatoria muy cariñosa y personal.

MIS RECUERDOS // Estas páginas de los sábados, están repletas de seres humanos con los que he tenido relación, o que me han deslumbrado por su notoriedad en otro tiempo. Y, en torno a ellos --por eso fui contratado-- estoy obligado a incluir el sonido de algún vientecillo personal. Y recuerdo que, en una de sus visitas a Castellón, traté a Concha con cariño, como a todos los clientes de la tienda y se me ocurrió preguntarle que cómo se podía escribir un buen artículo literario, o algo así.

--“Es muy sencillo --me contestó con asombrosa madurez a sus treinta y tantos años--. En primer lugar hay que sentarse ante la máquina de escribir o empuñar un lápiz o bolígrafo. Se deja pasar luego, escribiendo o tecleando, un espacio de tiempo más o menos largo… y ya está. Quiero decirte que después de pasado en esa posición un tiempo, el artículo ya está hecho”.

Todo acabó en risas, en el fondo porque yo ya escribía en el periódico de ciclismo y me tenía que hacer de una tacada una Villarreal-Morella-Villarreal o una Vuelta a la Provincia, para escribir algo que tuviera cierta sustancia y despertara interés.

Pero ya digo que Amparo Ayora me ha hecho el trabajo de investigación desde su obra Premio de Investigación de Historia de las Mujeres de Castellón, del Ayuntamiento.

LA VIDA // El día 22 de mayo de 1926 nació en Valencia María Concepción Alós Domingo, hija de Pilar Domingo Pardo, de Utiel. Lo cierto es que para mucha gente ha habido dudas sobre la identidad de su padre. Sí que parecía que se trataba de un camarero. En los entornos en los que yo me he movido después, con mucho protagonismo del gremio de camareros, escuché muchos rumores sobre la identidad del verdadero padre de Concha. Pero al casarse Pilar, su madre, con otro profesional del ramo, Francisco Alós Tárrega, un chico nacido en Nules, éste fue quien le otorgó su apellido a Concha, y la casa para vivir en Castellón.

Lo cierto es que, en alguna de sus novelas, los mismos personajes que se movían en sus historias mostraban sus dudas sobre el tema. Era para ella algo obsesivo:

-- “¿Quién será mi padre? A veces me lo pregunto. A lo mejor fue uno de esos muchos soldados que vemos por la feria. De esos que bajan de los pueblos sin haber visto nunca el mar. Se juntaría con mi madre y nací yo”.

Su vida y sus obras han transcurrido en Castellón en muchas ocasiones, viniera o no a cuento.

-- “Anduve despacio por la calle Mayor. Cuando era más joven solía mirar a la cara de todos los hombres que por su edad podían ser mi padre. Creía en lo que se llama la voz de la sangre”.

BALTASAR PORCEL // Por el traslado laboral de su marido, Concha Alós estuvo algunos años en Palma de Mallorca. En la Escuela de Magisterio se convirtió en maestra y trabajó como tal hasta 1953, en dos pueblos mallorquines, al tiempo que colaboraba en periódicos de la isla, incluso ganando algún que otro premio menor.

Ella recordaba cuando en los tiempos de la guerra civil, desde Castellón su familia tuvo que trasladarse a Lorca, en Murcia, para volver a casa donde vivían sus parientes cuando todo acabó. Todos eran partidarios de la República, en aquellos años.

En otro orden, Concha vivió la experiencia de tener como pareja a Baltasar Porcel, escritor y crítico literario, además de gestor editorial. La verdad es que, por unas cosas u otras, también por amor, tanto Concha como Baltasar vivieron juntos un tiempo muy feliz. Solamente por ese capítulo de su vida, está más que justificada su domiciliación en Barcelona, la segunda parte de su vida. Se apoyaban mutuamente, como editores y correctores, uno del otro. Ella traducía, además, el lenguaje de Porcel en mallorquín, al castellano.

SU PRODUCCIÓN // El profesor y amigo José Luis Aguirre, habló en Castellón de “la generación literaria del medio siglo” o “la generación de 1950”, es decir, los que habían nacido entre 1922 y 1936. Y en ella se ha de incluir a Concha Alós. Ella comenzó a darse a conocer con su Rey de gatos, al que siguió Os habla Electra, al tiempo que destacaba ya como finalista del Premio Sésamo con El agosto, y del Premio de Novela Ciudad de Palma de Mallorca con Cuando la luna cambia de color. Pero en 1962 llegó con Los enanos su gran éxito, que junto a Las hogueras, es cuando llamó la atención general con su estilo narrativo tan peculiar pues se habla de él como “el contrapunto”, ya en plena producción, situada como novelista dentro de lo que se llamó realismo social. Y después ya fueron llegando El caballo rojo, La Madama, Los cien pájaros y El asesino de los sueños, que le editó Plaza y Janés.

Y en casi todos sus libros estaba presente la ciudad de Castellón:

-- “Cambiaron sus anillos junto a la estatua de Tárrega, allá en el mismo Ribalta…”. Y hablaba de la Feria de Todos los Santos, cuando allí se instalaba, en Ribalta. Era su barrio, su ciudad, sus recuerdos… Era el Castellón que la vio crecer, el que ella siempre amó. H