La madrugada de ayer se convirtió en una pesadilla para los vecinos de las plazas Bucarest y la del EACC, así como para los castellonenses que residen junto al jardín ubicado detrás de la conselleria de Sanidad -calle Marqués de Valverde-. Cientos de jóvenes, que habían quedado a través de las redes sociales, protagonizaron tres grandes macrobotellones en estas zonas de la ciudad con motivo del inicio de curso, principalmente universitario.

Una situación que, además de causar molestias a los vecinos, que realizaron más de 60 llamadas de queja a la Policía Local, desbordó a los agentes que realizan el servicio distribuidos en seis patrullas destinadas a la resolución de incidencias. Fuentes de la Policía Local aseguran que, junto a estas patrullas también se encontraban en la calle una unidad de atestados -principalmente dedicada a la realización de controles en general en la ciudad- y una unidad de cometidos especiales (UCE). Sin embargo, estos efectivos no lograron solucionar una situación que supuso una auténtica locura, fundamentalmente, en la zona sureste.

ORINES Y VÓMITOS / Vasos, botellas, suciedad, orines y vómitos era el escenario que se podía observar, según los vecinos, en estas zonas de la ciudad tras la celebración de los macrobotellones, quienes también lo denunciaron a través de las redes sociales.

Anush Safaryan narra a este diario «la pesadilla vivida en la madrugada de ayer». «No pudimos dormir ni descansar durante toda la noche y el botellón en esta plaza junto a la calle Lagasca ya es una constante, principalmente los jueves, viernes y sábados», explica Safaryan, quien califica de «insoportable el macrobotellón» que tuvieron que padecer hace un día y que fue la gota que colmó el vaso de su paciencia, ya que este no es un caso aislado. «Hemos presentado quejas al ayuntamiento además de firmas para que tomen medidas y lo solucionen y lo único que hemos conseguido es que limpien la calle Marqués de Valverde los domingos por la mañana», afirma la denunciante, quien detalla que al día siguiente «tenemos que ir a trabajar sin descansar».

Además, «cuando llega la policía, los agentes no hacen suficiente presión y no logran que los jóvenes que están consumiendo alcohol en la calle se disuadan», finaliza esta molesta vecina.