La vida de Cristina Torlá Pons dio un giro de 180 grados cuando conoció hace casi dos décadas en un viaje a Andorra al que ahora es su exmarido, de nacionalidad chilena. Pese a la distancia que separa su Castelló natal con su ciudad de adopción, Santiago de Chile, decidió hacer las maletas por amor y embarcarse en una aventura vital que se ha prolongado hasta el día de hoy. 17 años después, con dos hijos y dos trabajos en la capital del país sudamericano, sigue echando de menos muchas cosas de su tierra natal: “Entre otras cosas la playa, pues aquí está lejos de la ciudad y no te puedes bañar si no lo haces con neopreno porque el agua está helada, y además hay muchas olas. Después, la tranquilidad de ir a los sitios sabiendo que puedes llegar caminando o en coches sin atascos kilométricos”.

Durante todo este tiempo Cristina ya se ha hecho a la vida en Chile, aunque hay ciertos aspectos culturales que le siguen costando asimilar. Uno de ellos, la cantidad de personal que trabaja en su edificio. “Los gastos mensuales ascienden a unos 150 euros porque tenemos un conserje y un auxiliar por la mañana, otros dos por la tarde y otros dos por la noche. Además está el jardinero, y en verano el encargado de la piscina. En las reuniones intento decir que no hace falta tanta gente, pero me miran como a la española y no me hacen caso”, asegura al tiempo que cuenta una anécdota que a buen seguro les llamará la atención a los lectores: “Como hay tanta gente para abrir la puerta, no tenemos llave del portal. La he intentado pedir, pero claro, me dicen que entonces para qué tenemos conserje y auxiliar…”. Sin duda, una situación cuanto menos curiosa.

Otra de las peculiaridades del país que vio nacer a personalidades de la talla de Pablo Neruda, Gabriela Mistral o Violeta Parra es la abundancia de terremotos que se dan en este territorio: "Sufrí aquí el gran terremoto del 2010, pero hay continuamente. Tengo un perro que nos avisa al mínimo temblor y muchas noches nos despierta". Cristina reconoce que "al final te acostumbras", pero avisa a navegantes: "Al principio te asusta mucho".

Se podría pensar que ante tal despliegue de seguridad a la hora de acceder a una simple finca, Chile es un país peligroso para vivir o visitar. Cristina asegura que se puede viajar tranquilo en este sentido: “En 17 años nunca he tenido problemas. Claro que hay robos, como en todas partes, pero no es un país peligroso. Santiago está dividido en comunas hay algunas por las que puedes ir más tranquilos que por otras, pero donde vivo es tan seguro como en Europa”.

Además hay muchos temblores. Pasé el terremoto grande en el 2010 y hay continuamente, además tengo un perro y continuamente avisa y te despierta por las noches. Ya estoy acostumbrada y no tengo miedo, pero al principio te asusta.

Paellas a domicilio en Chile

La castellonense, que se define como “viajera e impulsiva”, estuvo en un primer momento en Chile al cuidado de sus dos hijos, Carles y Pablo, pero tras su divorcio hace siete años comenzó a trabajar. Actualmente se dedica al negocio inmobiliario y a la cocina, especializándose en las paellas: “Básicamente hago paellas a domicilio. Ya las hacía antes para las amigas y cuando venía gente a casa, pero cuando me separé me venía bien el ingreso extra y además me permitía estar con los niños. Sobre todo las hago los fines de semana”. Este plato tan tradicional de su tierra natal tiene una peculiaridad en Chile: “Aquí no comen conejo, lo ven como una mascota y es muy difícil encontrarlo en una carnicería, así que no lo pongo en la paella”.

Preguntada por sus primeros pasos en su nuevo país, Cristina recuerda lo siguiente: “Se me hizo fácil porque hablamos la misma lengua. Antes de venir de forma definitiva también estuve unos meses conociendo a los amigos del que iba a ser mi marida, familia…”. Culturalmente, asegura esta castellonense, sus vecinos son distintos de los españoles en ciertos aspectos: “No está bien generalizar, pero la verdad es que los chilenos tienen lo suyo. Hay excepciones, pero muchos de ellos son tirando a conservadores y clasistas”.

Sin embargo, el principal problema de su nuevo país es para esta castellonense “la educación y sanidad pública. Si tienes dinero vas a la privada, que es muy cara, pero si no tienes un problema”. Otra de las peculiaridades de los chilenos es que “son muy cariñosos. A veces demasiado. Te dan besos cada dos por tres”.

Una dieta carnívora

En el apartado gastronómico, Cristina Torlá afirma lo siguiente: “Estando tan cerca de Perú, me gusta más la cocina peruana que la chilena. Aquí comen mucha carne. Igual que en Castellón nos reunimos los domingos en torno a una paella, aquí lo hacen con una parrilla de carne. También hay mariscos y el pescado es más grande y menos sabroso. Como platos típicos está el pastel de choclo, la humita con hoja de maíz o el choripán”.

Después de tanto tiempo residiendo en este país, se le cuestiona a Cristina sobre si recomendaría vivir en Chile. Esta es su contestación: “Si vienes con un buen sueldo o bastante plata, como dicen aquí, sí. Como en todas partes, supongo, pero aquí la salud, la educación y la vivienda son caras. La gente en España no valora suficientemente la Seguridad Social”.

Visitas obligadas para un turista

En caso de que el lector esté interesado en viajar hasta Chile, la castellonense recomienda los siguientes puntos: “Si te gusta la naturaleza es un país perfecto. Desde el espectacular desierto de San Pedro de Atacama hasta la Patagonia o las playas de Valaparaíso, no se arrepentirán de venir”. También pertenece a Chile la Isla de Pascua, que Cristina no ha visitado pues se encuentra a tres horas de avión y no ha encontrado el momento, pero sí afirma que “para ver bien Santiago, con un par de días sería suficiente, es una ciudad grande con cosas interesantes, pero tampoco tan bonita como para estar más tiempo. Vale más la pena ir a Isla Negra a ver una de las casas de Neruda, Viña del Mar…”.

Ya para concluir, el mejor y peor momento de su estancia en el país sudamericano son los siguientes: “El mejor sin duda el nacimiento de mis dos hijos. Los peores son varios, dejando al margen el divorcio”. ¿Tiene Cristina Torlá pensado volver a Castellón? Esto contesta: “Me gustaría porque mis papás se hacen mayores, pero ya veremos. No sé cuándo porque mis hijos todavía son pequeños. Lo ideal sería pasar medio año aquí y medio allá”.

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