¿Quién en Castellón no ha hecho alguna vez un picnic, jugado una partida de minigolf o dado un paseo por El Pinar del Grau? Si queda algún ‘castellonero’ que no lo ha hecho todavía, no sabe lo que se pierde. Esta pinada, que contaba originariamente con una extensión de 200 hectáreas, reducidas en la actualidad a poco más de 12, pertenece a la ciudad de Castellón desde 1365, que fue el año en el que Enrique de Trastámara vendió esta propiedad para sufragar el conflicto que mantenía por aquel entonces con Pedro el Cruel.

El Conde de Trastámara tenía que pagar a sus mesnadas francesas y castellanas a mediados del siglo XIV y, haciendo uso de sus privilegios feudales, vendió los dos frondosos pinares con que contaba la villa: el que todavía se conserva a la salida del Grau, y el llamado Vero, ubicado en lo que hoy es el inicio de la Avenida de Valencia, talado a mediados del siglo XIX y que contaba con 18.449 pinos, es decir, casi el doble de los que contaba el que se encuentra junto al mar.

En la imagen inferior extraída del libro Castellón 1881-1980 de Javier Campos Vilanova vemos una estampa del único superviviente de los pinares de Castellón a principios del siglo XX:

Durante la Edad Media, El Pinar del Grau fue la principal fuente de madera para leña o para construcción de barracas, lo que redujo considerablemente su tamaño hasta que se reguló esta actividad.

Riqueza ecológica en El Pinar del Grau

Estamos hablando del pulmón verde de la capital de la Plana, en la que se encuentra una gran variedad de especies entre las que no faltan pinos centenarios, multitud de aves y una de las mayores colonias de ardilla roja. En resumen, un alto valor ecológico a preservar por todos los que habitan la ciudad.

El árbol más abundante, como bien dice el nombre del parque, es el pino carrasco, aunque también cohabita con otras especies cde arbutos, como el lentiscopero, destacando también la presencia de ardillas (imagen inferior) o aves migratorias, que acuden a este lugar por ser su temperatura la ideal para poder nidificar o hibernar, como palomas, abubillas, jilgueros, mochuelos o autillos.

No hay que despreciar la existencia de ciertos tipos de setas como la lepiota bbruneoincarnata (venenosa e incluso mortal) y la Agaricus Bisporus (comestible). Este lugar es uno de los más valorados para la realización de ciertas actividades tanto culturales como sociales. Entre las actividades más destacadas que se realizan en el parque, encontramos competiciones deportivas a nivel nacional como el atletismo y el golf, ya que dentro de él se encuentra un campo de golf, la realización de paellas y barbacoas o simplemente pasear o de hacer footing.

Fuentes: CastellonTurismo y Crónica de Castellón, de Antonio José Gascó Sidro