Primero en la Plana y días más tarde frente a la Delegación del Gobierno en València. El sector citrícola de Castellón desconfinó en julio su calendario de protestas para reclamar soluciones efectivas ante la plaga del cotonet. Un problema que surgió hace más de una década, procedente de envíos de fruta importada desde Sudáfrica, pero que irá a más en los próximos meses ante la falta de remedios efectivos para su lucha. Hay en juego una merma en la producción cercana a los 80 millones de euros solo en la provincia, según un estudio presentado de AVA-Asaja. Un 40% de la producción de clemenules podría verse afectada.

LA PROHIBICIÓN

Hasta ahora existía la opción de los fitosanitarios con el metil clorpirifos como principio activo. La Unión Europea lo vetó, debido a sus posibles efectos adversos en la salud de los consumidores. Ante este panorama la Conselleria de Agricultura potenció las líneas de investigación en tratamientos biológicos, pero las principales organizaciones agrarias advierten de que estas actuaciones no llegarán a tiempo. Y perjudican a la competitividad del sector, debido a su coste. Además, el sector clama para que las mismas obligaciones que se imponen a los países comunitarios se apliquen a las importaciones de países terceros.

EL PARASITOIDE

La gran esperanza que muestra el departamento autonómico es el Anagryus aberiae, un parasitoide importado. La consellera Mireia Mollà expresó recientemente que la «inversión continuada en investigación y la anticipación nos colocan ahora mismo en disposición de contar con dos soluciones limpias y viables para luchar contra la plaga». El secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, enfría las expectativas. «Es una alternativa, pero no es un sistema lo suficientemente desarrollado para ser efectivo en la próxima campaña». El presidente de Fepac-Asaja, José Vicente Guinot, añade que la propagación del parasitoide «no es inmediata, porque necesita tiempo para reproducirse y expandirse».

La propia Conselleria reconoce que el Ministerio de Agricultura, que tiene las competencias sobre esta materia, ha autorizado ensayos experimentales, pero faltan permisos más extendidos, y la sensación es que los campos se quedan indefensos ante el cotonet. Por esta razón, tanto la Unió como Fepac creen que la respuesta más adecuada sería la vuelta de los fitosanitarios prohibidos, de manera eventual, sin desatender estas líneas de investigación para aplicar a medio plazo. Aun así, las propias organizaciones dudan de que las instituciones comunitarias accedan a la petición.

MÁS ALTERNATIVAS

Otro frente es el uso de feromonas que alteren la expansión del insecto procedente de Sudáfrica. Tiempo atrás, procedimientos similares contra males como la mosca de la fruta tuvieron una respuesta positiva. En este caso, al inconveniente de su escaso tiempo de desarrollo se une el precio. «El coste del tratamiento es de 490 euros por hectárea, y eso no evita la utilización de productos químicos alternativos», detalla Carles Peris. Por eso, hay una solicitud de ayuda de 12 millones de euros, aproximadamente la mitad del coste total. Por su parte, José Vicente Guinot lamenta «la falta de planificación del Ministerio y la Conselleria».

También existen comparaciones entre la efectividad de los productos empleados hasta la fecha y los nuevos sistemas biológicos. El parasitoide se puede considerar eficiente, con un 80%, aunque su implantación más efectiva no llegaría hasta dentro de un tiempo. El uso de feromonas «rebaja el porcentaje hasta el 60-70%, comenta el secretario general de La Unió. Por el momento, se ha aplicado en campos experimentales con una superficie total de unas 1.000 hectáreas. Hay posibilidad de implantarlo con mayor rapidez, pero el coste supone un freno.

El responsable de Fepac incide en que el cotonet ataca a los cítricos en dos momentos determinados del año. «En primavera es el primer pico, y el segundo llega al otoño». El 16 de abril fue el último día de aplicación de remedios con el metil clorpirifos como principio activo. Por tanto, la situación está controlada en la primera parte del año. El primer reto llega en las próximas semanas, cuando dé comienzo la nueva campaña.

NUEVOS PELIGROS

El campo de Castellón se lamenta de que estas plagas son el resultado de una vigilancia excesivamente laxa con la fruta y la materia vegetal procedente de otros países. Hasta hace unos años, las principales inquietudes venían de las inclemencias meteorológicas y de las afecciones propias de la zona mediterránea. La facilidad para transportar desde cualquier parte del mundo requiere de más medios. Sin ir más lejos, ya hay terrenos de la Comunitat afectados por la Xylella fastidiosa, que ha obligado a arrancar almendros en Alicante. Por el momento no hay detección en los campos de Castellón, aunque la Conselleria de Agricultura sí dio a conocer la detección de una partida en PortCastelló.

Mireia Mollà evidenció en su momento que la normativa de vigilancia europea «es insuficiente». Y de nuevo ponía de manifiesto que los cítricos de la Comunitat deben pasar por multitud de controles en origen para exportar, con el consiguiente coste y la pérdida de competitividad. Algo que no solo depende de las autoridades españolas. Hay empresas que han optado por los puertos europeos con menos controles.