Faltaban menos de cinco minutos para las 17.00 horas cuando Philippe Gilbert y Sergio Henao comenzaban las primeras rampas del Mas de la Costa. Apenas 14 segundos después lo hacía el pelotón con los favoritos, que a los pocos metros abortó la aventura de los dos supervivientes de la escapada de la etapa, con 10 integrantes. En ese momento se desbordó la euforia entre el númeroso público que acudió a presenciar la ascensión.

Pero para conseguir una buena ubicación en la subida, todos ellos tuvieron que llegar muchas horas antes. Algunos se habían desplazado desde la cercana Llucena; otros de poblaciones más lejanas. Todos lo hicieron con el mismo objetivo: disfrutar de uno de los finales de etapa más vibrantes de la presente edición, repitiéndose la historia de tres años antes, cuando la organización de la Vuelta decidió que el infierno comenzase a ser historia de la ronda española.

Y para disfrutar de jornadas como esta hay que ir preparado, teniendo en cuenta también las altas temperaturas que se registraron en la jornada de ayer. Es por ello que llegaron provistos de comida y bebida suficiente para pasar lo que fue un intenso día.

Entre los presentes, son muchos que quieren vivir las mismas sensaciones que los profesionales y no dudan en desplazarse con la bicicleta para llegar arriba. Algunos lo consiguen, otros ni lo intentan y otros tantos tienen que bajarse de la bicicleta por momentos. Los comentarios sobre la dureza son una realidad.

Tanto los que suben andando como los que lo hacen en bici llegan con el mismo objetivo: dar ánimos a los ciclistas. Y además de impulsarles con sus gritos, también lo hacen con las pintadas sobre el asfalto. Aquí empieza el infierno volvió a dar la bienvenida al pelotón de la Vuelta, que hizo vibrar a los aficionados. Estos volvieron a sus casas satisfechos, con el deseo de regresar.