La provincia de Castellón está preparada desde hace meses para acoger a más de setenta refugiados procedentes de la frontera grecomacedonia, según fuentes de la Generalitat, que subrayan que este contingente sería hoy plenamente asumible y no conllevaría grandes problemas a la hora de establecer mecanismos que permitieran su asistencia, acomodo y plena integración en el entorno social.

En los últimos seis meses, a raíz de la primera gran oleada de refugiados, Castellón ha hecho los deberes y tiene preparado un entramado asistencial que involucra a ayuntamientos, oenegés, colectivos sociales, empresas y particulares. Cerca de una veintena de municipios ya se han declarado como ciudades-refugio y tienen activados mecanismos de acogida, como es el caso de la propia capital castellonense, Morella, Vila-real, Castellón, Burriana, Almassora, Benicàssim, Alqueries o Betxí, entre otras. Además, hay otra decena de municipios que ya ha anunciado su interés por incorporarse a esta red solidaria.

MUNICIPIOS PEQUEÑOS // A estos núcleos se ha incorporado esta semana la Diputación Provincial, con la firma de un acuerdo de colaboración con Cruz Roja, que busca un doble motivo: atender a esta población inmigrante y que ésta pueda contribuir a sumar habitantes en municipios que padecen un importante déficit de población. “Incorporar a uno o dos niños en colegios rurales puede evitar que se cierren centros en el ámbito rural”, según el presidente Javier Moliner.

Además, Cruz Roja dedicará sus recursos humanos y materiales para garantizar la asistencia a los refugiados, entre los que se encuentra atención psicológica.

La capital castellonense cuenta a día de hoy con casi una veintena de refugiados, que están a cargo de organizaciones no gubernamentales. Para afrontar nuevas acogidas, la capital de la Plana puso en marcha en septiembre pasado un plan municipal, que bajo el título Castelló Ciutat Refugi, pretende apoyar a las personas que quieren llegar a Europa y huir de los conflictos bélicos. H