El ser humano científico de altísimo nivel don Federico García Moliner, siempre me ha tenido interesado. Puede que por lo más sencillo. Y es que me costó ser capaz de saber si había nacido en Burriana o en Sant Mateu, tanto amor ha mostrado siempre por la capital del Maestrazgo como la histórica ciudad de Burriana, la de los grandes naranjales, la que permitió que en su término municipal naciera Castellón de la Plana, la capital provincial.

Se trata de un científico, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigaciones Científicas, que a mí me deslumbró por sus impresiones -escritas- de nuestra volteta pel carrer del Mig experiencia con la que Federico fue tan feliz en los años cuarenta y cincuenta y cuando estudiaba el bachillerato en el Instituto Ribalta y el profesor don Luis Castaños le inyectó su gran interés por la Física por lo que el chico acabó en científico universal.

Su Premio de Investigación lo consiguió mientras desarrollaba su trabajo en el Instituto de la Materia del CSIC, en Madrid.

LA UNIVERSIDAD // Desde que en 1991 se puso en marcha nuestra Universitat Jaime I, don Federico ya era un habitual en ella, pronunciando conferencias, dirigiendo doctorados o buscando de nuevo la relación con aquellos compañeros que lo habían sido ya y muy entrañables en sus años del Instituto Ribalta, cuando todavía no había cumplido los catorce años, Alfredo Pascual entre ellos. Y Ramón Esquer, Diego Dualde, Enrique Boldó, Eduardo Vicente, Alejandro García y algunos otros. Quería recordar con ellos la volteta. Me decía:

-- Seguíamos siempre la misma ruta. Es decir, a partir de las Cuatro Esquinas -els Quatre Cantons-, se cruzaba la calle de Enmedio, Puerta del Sol, se bordeaba el Casino Antiguo, se seguía por la calle José Antonio -Gasset, ahora-, se llegaba a la plaza de la Paz y allí ya dábamos la vuelta por el mismo sitio, una y otra vez.

--¡Qué tiempos aquellos, don Federico!

--Íbamos por separado grupos de chicos y chicas, ellas cogidas del brazo. Y cuando nos cruzábamos, intentábamos poner las miradas más seductoras que podíamos para deslumbrarlas… Eran tiempo de un Castellón familiar y la volteta gustaba también a la gente mayor a su paso.

LA VIDA // Federico nació en Burriana el 4 de marzo de 1930. Después aparecerían dos hermanas y un hermano. Los padres fueron Federico García Vallejo y Vicenta Moliner Sanchis, con orígenes en Sant Mateu y la Salzadella, entorno donde en verdad se criaron todos y de donde Federico fue nombrado Hijo Predilecto.

Una primera enseñanza en Burriana y el bachillerato en el Instituto Francisco Ribalta, de Castellón. Y gente muy válida entre los profesores, que tanto influyeron en su vida: además de Castaños, César Marín, Fernández Marqués, Guinot, Revest, Luis Querol, Armengot, Elisa Balaguer...

Estudió la licenciatura de Física en la Complutense de Madrid. Y se doctoró en Cambridge, donde conoció a la doctora en biología, Carmen Gil Fernández. Se hicieron novios y regresaron a Madrid, donde contrajeron matrimonio en 1964 en la Capilla de la Ciudad Universitaria, aunque él no tenía frenos para sus ansias de estudiar y saber. Fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana, Cuba, y de Ciencia y Tecnología, en Francia.

El matrimonio ingresó en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y, un día, marcharon a la Universidad de Illinois (EEUU), donde ambos intervinieron como profesores.

El matrimonio tiene dos hijas, Helena y Silvia; y un chico, Víctor. Después han llegado, para sumar, dos nietos, Alejandro y Sofía.

ANCHO MUNDO // Federico García Moliner ha cumplido muchos años de su vida profesional en varios países. Tres años estuvo en Inglaterra, así como otros tres en Estados Unidos. Y, cada año, unos meses en Portugal, Francia, Suiza, Alemania, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Noruega, Polonia, Rumanía, Bulgaria, Yugoslavia, Puerto Rico, Cuba en varias ocasiones, así como en Brasil, Argentina, Chile, Perú y, sobre todo, Italia, como miembro fundador del Comité Científico Asesor de Física, de las Naciones Unidas, sin tiempo casi nunca para unas vacaciones festivas, ya que hay que añadir las estancias de trabajo voluntario para las Naciones Unidas en Ghana, África Ecuatorial.

En algunos de esos viajes le acompañó su esposa, doña Carmen, pero ella es la que se preocupó de que tanto sus hijos y los nietos, nacieran en España. Y que aquí crecieran, la mayor parte en Castellón. Y es que habiendo viajado por todo el mundo, toda la familia es española y presumen de ello. De todas maneras, Carmen acompañó siempre que pudo a Federico, de modo especial cuando el viaje fue a Rusia y a la legendaria India.

Cuando más lejos estaba, el científico castellonense, recordaba y amaba más a su tierra, en una labor permanente de apostolado patrio. Por España.

LA CULTURA Y LA VIDA // El matrimonio entre Federico y Carmen, viven desde hace ya unos años en Castellón de la Plana, en un piso en la avenida de Lledó. También en la capital viven su hija Helena y el arquitecto Víctor, que se casó con la también arquitecto Rosa. En cambio Silvia, por haber contraído obligaciones laborales, vive en Madrid.

El científico ya no da clases, pero sí alguna conferencia de vez en cuando. Y, sobre todo, escribe artículos científicos. Escribió un libro tratando de explicar al gran público cómo es, cómo funciona la ciencia. Lo curioso es que, después de como una experiencia apasionante, una vez publicado se traumatiza pensando que, después, lo escribiría de forma y manera diferente.

--Don Federico, ¿qué es la cultura?

--La cultura es todo lo que no es biológicamente heredado, todo lo que pensamos, sentimos, amamos. Es un instrumento de comprensión global. Y no es un lujo, sino como una necesidad para la eficacia en la vida.

--Entonces, ¿qué hay que hacer para ir bien por la vida?

--Escuchar a Pitágoras cuando dijo que todos nuestros pecados no son sino errores de cálculo.

--Usted está considerado como un sabio por todo el mundo. ¿Es eso saber vivir?

--Fundamentalmente. Lo que más inteligencia requiere, es vivir la vida. No te olvides.

--Escrito queda en la página. H