Para vivir una experiencia inolvidable viajando por el mundo no hace falta mucho dinero. Los castellonenses Mario Romera y Ana da Silva pueden dar fe de ello. Con sus dos bicicletas y una decena de kilos en sus alforjas pasaron en dos meses por todas las estaciones del año recorriendo Italia de punta a punta. Llegaron hasta Palermo, en la isla de Sicilia, pasando por ciudades como Montpellier, Turín, Nápoles, Florencia, Pisa, Bolonia, Roma, Bari o Lecce. En total, la friolera de 4.737 kilómetros de ruta, entre los que hay que contar su paso por los Alpes. ¿Solo apto para superdotados? “Para nada. En el trayecto nos encontramos hasta con ciclistas de 74 años que hacían algo similar a lo nuestro. De hecho mi pareja apenas había salido en bicicleta, por eso lo suyo tiene mucho más mérito”, admite Mario.

El pasado año este castellonense ya realizó en bicicleta el Camino de Santiago llegando hasta Finisterre y partiendo desde Castellón. Su próximo reto, espera, es dar la vuelta al mundo. “Antes de la vuelta a Italia en bicicleta estuvimos en México de mochileros y también es una experiencia para vivirla. Es un país maravilloso y la gente es muy hospitalaria, pero no he visto más armas en mi vida”, admite entre sonrisas.

Como alojamiento, Mario y Ana no utilizaron los tradicionales hoteles, sino casas que los miembros una forma colaborativa de viajar por el mundo ponían a su disposición. También acamparon un par de ocasiones, pero en resumen apenas gastaron un euro en dormir ni por supuesto en gasolina. Con 36 y 29 años respectivamente, esta pareja recomendaría “a todo el mundo” que viva una experiencia como esta: “El cuerpo al final te pide que le eches millas y no hace falta ser muy deportista porque el camino ya te pone en forma”. Sí es cierto que hubo momentos duros, más por el calor que por el frío: “En Sicilia el calor era infernal. Lo pasamos peor ahí y en cinco días en Francia con viento de cara que en Los Alpes, por ejemplo, que a pesar de estar nevado era espectacular”. En resumen, un viaje en el que estos músicos de profesión han combinado “cultura, aventura y deporte”, disfrutando de unos paisajes para el recuerdo y la amabilidad de la gente.