Cada zancada de un jabalí adulto suena seca como la caída de un saco de patatas. Y retumba en el suelo. Son entre 70 y 90 kilos en movimiento, buscando comida donde sea y a la hora que sea, y emitiendo gruñidos entre las sombras. Noviembre y diciembre son periodo de apareamiento y eso multiplica su movilidad. Quizás, por eso, las estadísticas reflejan que entre octubre y enero es cuando se produce el mayor número de accidentes de tráfico causados por jabalís. Lo saben bien los tres jóvenes que el pasado sábado resultaron heridos en Traiguera tras colisionar con dos cerdos salvajes. También lo saben en Cirat, donde a mediados de octubre una conductora se salió de la carretera tras esquivar a un jabalí. Y en Altura. Y en Vinaròs.

En manada o en solitario, su presencia supone un peligro creciente, una amenaza en doble dirección. En la carretera puede segar vidas y cada vez son más frecuentes las noticias de accidentes protagonizados por jabalíes. Un dato. En lo que va de año se han producido en Castellón 69 siniestros, frente a los 39 del mismo periodo del 2015. En el campo, el animal destroza cultivos como la almendra, la naranja o la sandía y provoca daños irreparables en las tuberías de riego. Y todo eso por no hablar del susto que se han llevado algunos dueños de chalets de urbanizaciones de montaña al descubrir una manada de jabalís junto a la piscina.

La invasión de jabalís en la provincia no es nueva, pero que un grupo de cerdos se pasee tranquilamente por la Marjal de Peñíscola, el Pinar del Grao o el centro urbano de Vila-real es un fenómeno impensable hace unos años. La explicación es sencilla: cada año hay más jabalíes en Castellón, hasta el punto de que muchos ya consideran al cerdo salvaje como una plaga. ¿Cuántos hay en la provincia? No existe un censo oficial, pero los datos que maneja la Delegación Provincial de Caza hablan de una población de entre 20.000 y 25.000. «Se trata de un animal que no tiene depredadores naturales y que se reproduce con muchísima facilidad. Ante los problemas de superpoblación suele salir de su hábitat normal para buscar alimentos», dice Luis Miguel Gargallo, presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Castellón.

Ramón Mampel, secretario gneral de la Unió de Llauradors i Ramaders, conoce a la perfección los problemas que causan los jabalíes. Y los conoce por partida doble. Además de saberse al dedillo los estragos que provocan en el campo, hace dos años un jabalí le destrozó el coche. No ha sido el único susto. En los últimos meses ha esquivado otros dos animales en la carretera, uno en Sant Mateu y otro en la Salzadella. «El problema va a más y es hora de plantear soluciones. La Unió trabaja codo con codo con la Federación de Caza para acabar con la plaga del conejo y esperamos hacerlo también para mitigar los daños que causan el jabalí y la cabra, cuya población también va a más. De ahí que la clave esté en la alianza entre todos para controlar ese exceso de jabalís», reflexiona.

Quien también es consciente de que el problema existe y cada vez va más a más es la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente. «Claro que conocemos el problema y, además, es creciente. Por eso estamos en contacto permanente con agricultores y cazadores para buscar soluciones», explica Antonio García, delegado en Castellón de la Conselleria.

una GUERRA DE GUERRILLAS

Hasta ahora, la lucha contra el jabalí en Castellón se ha librado escopeta en mano. Casi 200 de los 230 cotos de caza que existen en la provincia tienen licencia para abatir jabalíes (lo hacen durante unos 40 días al año) y solo durante la temporada pasada se dio muerte a 6.140 ejemplares, un 25% más que la campaña anterior, cuando fueron 4.887, según datos de la Conselleria recopilados a partir de las memorias de la Delegación de Caza.

Las batidas funcionan, pero los cazadores creen que los resultados podría ser todavía mejores. «Una de las soluciones pasaría por alargar la temporada de caza del jabalí. Ahora empieza en septiembre y acaba el primer domingo de febrero y quizás sería conveniente empezar en julio o agosto y finalizar en marzo», argumenta Leo Gil, responsable de Caza Mayor de la Delegación de Castellón. En la caza del jabalí hay cuatro modalidades (batida, espera, gancho y al salto) y cada vez son más populares. «Cada vez la afición es mayor y la explicación hay que buscarla en que hay más animales, algo que no ocurre con otras especies como el tordo», describe Gil.

Las batidas en los cotos van a ir a más, pero el delegado territorial de Agricultura reconoce que no siempre son posibles. No lo son en zonas como la Marjal de Peñíscola o los alrededores del rio Millars, con carreteras transitadas y viviendas a pocos metros. «Hay lugares donde, por razones de seguridad, las batidas no son apropiadas ya que una bala de un rifle tiene un alcance de un kilómetro y eso entraña unos riesgos para la población», argumenta García. Por eso, en lugares dónde la batida esté descartada, la Conselleria idea un plan B. Hay varias opciones, desde el uso de arqueros o jaulas hasta drones para localizar a los animales. H