No es una casa apta para todos los bolsillos, pues pocos de los mortales pueden desembolsar 795.000 euros. «Y antes costaba más 1.200.000», recuerda José Ramón Pitarch, desde Airmar Inmobiliaria, la firma que vende el chalet. Pero pocas casas de Castellón, por no decir ninguna, pueden presumir de contar con la historia de esta de Alcossebre. Su arquitecto, Fernando Higueras, llegó a decirle a Frank Gehry, creador del Guggenheim, que era «un principiante» por apostar por las líneas redondeadas en sus diseños, ya que el madrileño, como podemos ver en esta residencia, era un firme defensor de la línea recta.

Historia tiene por tanto el reputado arquitecto que la levantó, pero no menos historia atesora su primera propietaria, la famosa actriz Núria Espert, reconocida como Premio Princesa de Asturias de las Artes, entre otros méritos, y algunos de los que habitaron. «Rafael Alberti, en los años de franquismo llegaba en barco a Alcossebre para alojarse en ella. Se ponía una barba y un sombrero para que no le reconociera nadie», afirma el propio Pitarch, que escuchó este suceso de boca del último morador de la casa, el pediatra Manolo Ballester, actualmente fallecido.

«La casa más bella del mundo»

Fernando Higeras consideró que esta casa que empezó a construirse en 1968 bajo indicaciones de la citada Espert era «la más bella del mundo». Por ella pasaron también moradores como el escritor Terenci Moix, que pasaba largas estancias en ella, o Miguel Bosé.

El chalet cuenta con la nada desdeñable cifra de 1.100 m2 de edificación, amén de 4.000 m2 de parcela, y algunas particularidades que le convierten en única en su especie. «Tiene piscina flotante, por lo que puedes pasar por debajo. La diseñó un japonés y cuando se hizo no había otra igual en toda España», relata un Pitarch que prosigue con su alegato de la siguiente manera: «Al margen de las seis habitaciones, con su respectivo vestidor y baño, y materiales de primera calidad, la construcción es para verla. De hecho muchos arquitectos vienen solo a visitarla».

Al margen de la fuerte inversión inicial, este promotor tiene claro que «hace falta dinero para reformarla, pues en los últimos años como no ha vivido nadie, se nota». El actuar vendedor de la residencia añade que «es un chalet único», aunque lamenta que un edificio de tres alturas ubicado justo enfrente «ha tapado un poco la vista al mar». Se encuentra en el centro de la localidad costera, en la Avenida Castelló, y su último propietario, el citado Ballester, aprovechó el espacio con el que contaba para montarse una consulta en la que atendía a sus pacientes de pediatría.