Es desde el 2010 el secretario general de la Unió de Llauradors i Ramaders. En la recta final de su mandato, limitado en esta organización a ocho años, Ramón Mampel hace un repaso a la agricultura y ganadería provincial.

-Acaba ahora la campaña de naranja. ¿Qué balance hace?

--La campaña a primera vista puede dar la impresión que ha sido buena, pero nada más lejos de la realidad. Si huimos del mensaje fácil que solo mira el precio por kilo, esta campaña también la consideramos mala. Según nuestros cálculos, los ingresos de los citricultores castellonenses han sido un 12% inferiores a los del año pasado, por tanto, la valoración no puede ser positiva.

-La próxima temporada se prevé una gran cosecha. ¿Qué cree que debería hacer la Conselleria?

--A día de hoy parece que puede haber una mayor cosecha, aunque hay que a esperar a después del verano para hacer estimaciones más ajustadas. Respecto a los precios, no deberían sufrir alteraciones, ya que nuestra capacidad exportadora no parece que se haya resentido. Es necesario que, de una vez por todas, desde el productor al comercializador, a todos lleguen los beneficios que generan nuestros cítricos, que vuelven a ser apreciados en Europa. La Administración debe hacer un esfuerzo en generar el ambiente adecuado para que se produzcan esos encuentros y compromisos.

-Otro cultivo que hace poco parecía que iba a ser la salvación del campo, el almendro, se ha estancado. ¿Es aún interesante?

--Más del 90% de nuestros almendros son de secano, con rendimientos en la mayoría que no llegan a los 100 kilos de grano por hectárea, lejísimos de las plantaciones de California, de más de 2.000 Kg/Ha. Es necesaria una reconversión total del sector, apostar por variedades más productivas, autocompatibles y más tardías que minimicen los riegos de heladas. Solo bajo estos parámetros podemos ser competitivos. Los precios en las dos últimas campañas han sido malos y empiezan a volver a los valores de hace 5 ó 6 años, lo que está desanimando a los agricultores.

-En cuanto a la aceituna, el otro gran cultivo en superficie en la provincia, ¿cómo se encuentra?

--Estas últimas campañas se han estabilizado un poco los precios, las exportaciones están funcionando muy bien y el consumo interior está también creciendo. Todo esto hace que atravesemos un periodo de relativa tranquilidad. A pesar de ello, los precios no son para lanzar cohetes, ya que sirven para cubrir costes de producción y poco más. A ello hay que añadir que la sequía nos está afectando gravemente y ha provocado una disminución importante de la producción.

-Años atrás las hortalizas eran una fuente de ingresos en muchas zonas y han quedado reducidas al Maestrat. ¿Por qué?

--Las hortalizas son uno de los cultivos más profesionales que hay, es lógico que la desaparición de profesionales repercuta en la desaparición del cultivo.

-Otro gran recurso para las comarcas del interior es la ganadería. En los últimos años la cabaña aviar castellonense se ha multiplicado. ¿Esto qué ha supuesto?

--Las granjas de pavos han crecido bastante y en menor medida las de pollos. Esto supone fijar población en el territorio y aportar ingresos a estas localidades. Todas las explotaciones dan trabajo directa e indirectamente. Anteriormente, las explotaciones ganaderas suponían un ingreso extra. Ahora son la base de los ingresos de la explotación familiar y muchas veces la parte agrícola es el extra. Estamos en unos niveles de tecnificación muy importantes y muchas de nuestras explotaciones son punteras en el territorio nacional. Solo nos faltaría algún matadero importante cerca de nuestras zonas productoras.

-En cuanto a la cabaña porcina, ¿en qué situación se encuentra?

--En la provincia la gran mayoría son explotaciones de cebo, aunque también hay unas 35.000 plazas reproductoras. La práctica totalidad de cebo trabaja bajo el régimen de integración y de momento está funcionando con márgenes reducidos. Siempre hay piedras en el camino, pero es un sector muy importante, la gente joven lo ve con buenos ojos y se está integrando.

-Ustedes, y otras organizaciones, se han quejado de las trabas burocráticas para abrir nuevas explotaciones. ¿Hay demanda?

--Por un lado, el Ministerio de Agricultura prohibía el 1 de enero la aplicación de estiércoles y purines a través de plato, abanico o cañón sin dejar margen para la adaptación de la maquinaria. Por otra, la Administración medioambiental valenciana está poniendo en riesgo la continuidad de nuestra actividad ganadera, ya que está alargando las gestiones, mientras en las comunidades autónomas vecinas todo son facilidades. Si esto continúa igual, las empresas integradoras se marcharán a Aragón o Castilla-La Mancha, arrastrando las explotaciones que tenemos. La solución pasa por no aplicar la ideología en la concesión de licencias y sí criterios técnicos.

-En el Maestrat y Els Ports la sequía es un problema grave. ¿Cómo se puede solucionar?

--Hay que favorecer una gestión integrada con recursos no convencionales como la reutilización, desalinización, modernización o desalobración. Y, todo ello, a un precio asumible por los agricultores y ganaderos, sin descartar determinados trasvases y construcción de infraestructuras, sobre todo pozos de sequía.

-Este año la Unió vivirá nuevas elecciones. ¿Qué espera de ellas?

--En el congreso se elegirá a los integrantes de nuestra comisión ejecutiva y espero que haya candidatos jóvenes, alguna mujer y, sobre todo, ideas de futuro.