El despertador suena a las 6.30. Mi mujer tiene guardia de 24 horas. Espero que todo vaya bien.

Bajo a la perrita a pasear a la calle, compro el pan y el periódico. Llueve. Me alegra que se esté cumpliendo aquello del marzo ventoso y abril lluvioso. A ver si mayo es florido y hermoso. El refranero español es una fuente inagotable de sabiduría.

Me pongo con los deberes de mis hijos. La web Mestre a escola funciona bien. Estoy contento. Hasta que deja de funcionar. Entonces me enfado.

Mientras andamos calculando la bisectriz de un ángulo obtuso recibo un mensaje de wasap. Es Ignasi Garcia, concejal en el ayuntamiento de Castellón. Me habla del Inkógnito de MB y de su personaje favorito: Madame Zsa Zsa. Me emociono con el comentario. He llegado a pensar que nadie más en Castellón recordaba ese juego de los años noventa. Yo guardo tres de aquellos maravillosos juegos de mesa. El Inkógnito, el Risk y el Hotel. Y juego con mis hijos cada vez que puedo. El Risk y el Hotel se siguen vendiendo. Continúan estando de actualidad. Pero el Inkógnito ha desaparecido de las tiendas. Jugamos a él los nostálgicos. Los frikis. Aquellos que no tiramos ninguno de los trastos que nos hicieron felices en nuestra infancia y juventud.

Mi mujer me llama desde el trabajo. La mañana no está siendo complicada. Veremos la tarde.

Cuando terminamos los deberes nos sentamos frente a la tele y seleccionamos una serie de animación. Carmen Sandiego. No está mal, para ser de dibujos.

A mediodía me wasapea mi amigo Juanjo, antiguo compañero de proyectos profesionales, y me pide que me ponga de una vez con la nueva novela.

Cuando ya no puedo más salgo al balcón y leo el periódico. El covid-19 ha dado una tregua a Castellón. No se han producido víctimas en 24 horas. La cosa parece que remonta pero me niego a lanzar las campanas al vuelo. No olvidemos que en España se estrella un avión lleno de pasajeros a diario. Permítanme el símil. La cifra de fallecidos lo permite.

Por otro lado leo que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación constata un incremento generalizado en el consumo de alimentos en el hogar. ¡Vaya por Dios! Si esta gente no existiera habría que inventarla.

También leo que la intervención de precios del Gobierno paraliza las importaciones de mascarillas. Cuando sacas de su caverna a los comunistas de café, copa y puro pasan estas cosas.

La comedia termina cuando leo que el Gobierno trata de recuperar el dinero de los tests defectuosos tras comprobar que el reemplazo tampoco funciona.

Para comer preparo macarrones con tomate, cebollita frita y longanizas. Maravilla maravillosa.

El Corte Inglés nos ha regalado una suscripción gratuita de dos meses a HBO. He empezado a ver Westworld. La verdad es que le tenía ganas a esa serie. Si todo va bien me la fundiré en un par de semanas. La oferta de Netflix, Prime Video y Apple TV la tenemos machacada.

Cuando dan las 20.00 salimos al balcón. Aplaudimos como todos los días y saludamos al coche patrulla que circula con las sirenas a todo trapo.

Y así pasa un nuevo día sin que haya escrito ni una sola línea de mi nueva novela.

¡Maldito virus!

*Escritor