Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos en la Universitat Politècnica de València, será el ponente principal del primer Foro del Agua de Castellón, organizado por el periódico Mediterráneo y Facsa. El evento se celebrará en el hotel Intur, de la capital de la Plana, el jueves 17 de octubre.

--En el contexto actual nacional, ¿cómo calificaría la política de aguas española?

--La política actual la presiden la inercia y el parcheo. No hay reformas que modernicen la gestión. La historia, la cultura y la impopularidad en el corto plazo de las reformas lo impiden. La gestión del medio natural, del que el agua es el ingrediente principal, exige sentido de estado y apostar por el medio y largo plazo, pero a quienes pueden implementar los cambios les preocupa la inmediatez.

Los cambios que se operan en la actualidad son todos brindis al sol. Como la evolución del nombre del ministerio del área; inicialmente fue Obras Públicas, después Medio Ambiente y ahora es Transición Ecológica.

En definitiva, la reflexión de Giuseppe de Lampedusa «todo será lo mismo, mientras todo será cambiado» cobra todo su sentido.

--¿A qué retos cree que deberá enfrentarse la gestión del agua en los próximos años?

--Cinco son los retos a los que hay que hacer frente: gobernanza; reforma de la Administración; recuperar todos los costes derivados de la gestión del agua; afrontar el reto del cambio climático; y promover la economía circular. Los cinco son universales, aunque hay matices derivados de las circunstancias locales.

Por ejemplo, en la provincia de Castellón las aguas subterráneas desempeñan un papel esencial y, por ello, necesitan un mayor control y seguimiento.

--¿Qué medidas podrían mejorar la gestión del agua en España?

--A lo largo del siglo XX, la política del agua puso todo su énfasis en la construcción de grandes obras, presas y trasvases especialmente. Era lo que los tiempos entonces demandaban.

Pero hoy la necesidad no es promover obras nuevas sino gestionar mejor el agua que tenemos. Quedan pocas obras por hacer, mientras la mejora de la gestión tiene un margen enorme. Un mayor control del gasto y de la calidad de las masas de agua es la asignatura pendiente.

--Ha participado en diversas líneas de investigación, como la relación entre agua y energía. ¿A qué desafíos nos enfrentamos para lograr el entendimiento entre estos dos sectores?

--Son los dos recursos naturales más importantes y están estrechamente relacionados. El agua es imprescindible para generar energía y sin energía el agua no se puede utilizar de una forma racional.

Por ejemplo, el riego por goteo consume mucha energía, mientras el tradicional no. Asimismo, el riego por goteo es mucho más eficiente; es lo que necesitamos en la actualidad, pero es muy consuntivo desde la óptica energética. De ello son plenamente conscientes nuestros regantes. Y es solo un ejemplo. Para utilizar ambos recursos de manera eficiente es fundamental comprender su relación. Esta es una de las líneas de investigación más importantes ligadas a la gestión del agua y, en particular, a la que yo estoy prestando la mayor atención durante años.

--¿Cuál es su opinión sobre el cambio climático?

--A quienes, por nuestra edad, ya estamos amortizados, no debiera preocuparnos. Pero, sinceramente, creo que para los jóvenes es el mayor problema al que se van a enfrentar en sus vidas.

Desde un punto de vista del agua se traduce en fenómenos extremos, como sequías e inundaciones más severas. La maravillosa costa mediterránea es una de las áreas más vulnerables, pues los modelos de predicción apuntan a una reducción del 40% de los recursos hídricos. Es un dato muy negativo. Hay que ser mucho más eficientes y hacer más con menos.

--¿Cómo deben intervenir las Administraciones Públicas para mejorar la gestión del agua?

--Hay que pasar de una administración promotora de obras a una administración gestora. Comparemos la administración del agua con la actual de Hacienda, que tiene todos nuestros datos. Tienen registrados los ingresos y en ello se basa su buen hacer.

Sin embargo, la administración del agua apenas controla los gastos y tampoco lleva a cabo el control necesario de la calidad de las masas de agua.

Sin un buen control es imposible ser eficientes. Por ello, se desconoce cuántos pozos de agua existen o los volúmenes que anualmente se elevan de esos pozos. Eso no debería de ser así. ¿Qué pasaría con una hacienda pública con un nivel de información tan pobre? Muy pocos declararían lo que en realidad están ganando.

--Como catedrático, ¿qué medidas puede aportar la esfera universitaria?

--La universidad debe contribuir al diálogo y a favorecer visiones integrales del problema. Y desde ese mayor conocimiento integral, aplicar las máximas medioambientales que presiden en este sector: piensa globalmente y actúa localmente.

--¿Qué importancia tienen las nuevas tecnologías en los recursos naturales?

--Los avances tecnológicos han permitido, hasta cierto punto, laminar algunos problemas derivados de la fase existente entre la realidad actual y nuestra política del agua.

Los problemas del agua no escapan a la complejidad del mundo actual y evolucionan a una enorme velocidad. Esa distancia creciente ha sido amortiguada en gran parte por la tecnología. Algunos costes se han abaratado y la eficiencia ha mejorado. Pero como no podemos exigir más a la ciencia, los cambios políticos no se deben hacer esperar más.

--En su opinión, ¿cómo pueden los usuarios contribuir a la sostenibilidad del agua?

--Los usuarios y la ciudadanía en general son, a mi parecer, los que menos responsabilidad tienen en la situación actual. Si se les educa, entienden los problemas y aceptan los cambios que se necesitan. Sin educación ciudadana es una temeridad introducir modificaciones impopulares en el corto plazo.

Y lo primero que hay que explicar es que, sin cambios, las nuevas generaciones no podrán tener la calidad que hoy en día disfrutan todos.